Trabajar “desde, para y con la infancia y la adolescencia” es uno de los principios éticos y metodológicos sobre los que pivota el Instituto Infancia y Adolescencia desde su nueva etapa en el año 2016, no sólo como objeto de estudio e investigación sino también como principio de actuación que impregna los diferentes proyectos que se llevan a cabo desde el Instituto.
Y es que, de acuerdo con la Convención de los Derechos del Niño, los niños y niñas tienen derecho a ser escuchados y que sus opiniones sean tenidas en cuenta por parte de las personas adultas (art. 12, CDI). Además, el principio del derecho al interés superior del niño, nos recuerda que sus intereses deben ir por delante de los intereses adultos a la hora de tomar decisiones que les afectan (art. 3, CDI). Sin embargo todavía hay mucho camino a recorrer para que estos dos derechos estén debidamente garantizados.
Una de las fórmulas para garantizar estos derechos es abrir espacios de participación a los niños y niñas ya sea en alguna de estas modalidades:
- mediante canales estables, a través de órganos, espacios y canales impulsados por los poderes públicos a fin de escuchar la voz de los niños y adolescentes
- favoreciendo la participación de los niños en momentos puntuales, a través de procesos participativos o de co-creación tanto en la fase de diagnóstico, implementación y / o evaluación de una actuación, como en la de toma de decisiones sobre cuestiones que les puedan afectar
- facilitando su participación espontánea, con prácticas de corresponsabilidad, autogestión y apropiación del espacio por parte de los propios niños.
Desde este compromiso ético y metodológico hemos impulsado y/o acompañado varias investigaciones y procesos de co-creación con niños y adolescentes dentro de nuestra línea de trabajo de Participación la infancia y la adolescencia: las voces que debemos escuchar y tener en cuenta.