(Artículo publicado originariamente en Social.cat) El hecho de ser niño o niña condiciona la vida de las personas ya durante la infancia. No es una diferencia que afecte absolutamente a todos y cada uno de los aspectos de la vida, pero sí a muchos, y en algunos, tiene una influencia muy relevante. Es el caso de un aspecto tan troncal en el bienestar de la infancia como su satisfacción con la vida en global, así como algunos ámbitos como la satisfacción con el propio cuerpo, los sentimientos de soledad no querida o las preocupaciones sociales, en los que las niñas se manifiestan menos satisfechas que los niños.
Tenemos evidencia muy reciente a partir de las dos encuestas municipales del Ayuntamiento de Barcelona que se realizan en la población menor de edad: la Encuesta de Bienestar Subjetivo de la Infancia en Barcelona (EBSIB 2021), que llevamos a cabo el Instituto Infancia y Adolescencia a niños y niñas de entre 8 y 11 años; y la Encuesta de Factores de Riesgo en la Escuela Secundaria (FRESC 2021) que realiza la Agencia de Salud Pública de Barcelona a chicos y chicas adolescentes, entre 13 y 19 años.
Gracias a estas dos encuestas, sabemos que los niveles de satisfacción con la vida de niñas y chicas adolescentes son peores que los de sus compañeros masculinos; que estas diferencias ya están presentes a los 10 y 11 años; y que, en muchos casos, van aumentando a medida que las niñas se hacen mayores.
El global de los niños y niñas de Barcelona de 10 y 11 años están menos satisfechos con sus vidas que antes de la pandemia, pero lo que hoy interesa destacar es que esta disminución de la satisfacción con la vida ha afectado de forma mucho más pronunciada a las niñas que a los niños: hay casi el doble de niñas que se sienten poco o nada satisfechas con su vida que de niños (12,9 % vs. 7,4 %). Y a medida que se van haciendo mayores, en la adolescencia, se incrementa la insatisfacción: 17,8% de chicas con baja o muy baja satisfacción con la vida y 10,85% de chicos.
Las niñas están menos satisfechas con su cuerpo que los niños, pero en la adolescencia la presión estética también afecta a los chicos
Sabemos también que uno de los ámbitos donde existen diferencias más importantes entre la satisfacción de las niñas y la de los niños es la satisfacción con el propio cuerpo. A los 10 y 11 años, las niñas ya notan la presión estética y se muestran mucho menos satisfechas con su cuerpo de lo que lo hacen los niños: un 15,1 % de niñas dicen estar poco o nada satisfechas, que es más del doble que el 6,4% de niños. Pero el verdadero impacto de esta presión estética se nota en la adolescencia y, aunque lo sufren en mayor medida las niñas, los niños tampoco están exentos. Así, en la adolescencia, son 6 de cada 10 chicas (63,2%) las que presentan insatisfacción con su imagen corporal, una cifra también superior al 55,3% de los chicos, pero que ya no representa el doble, igual que lo hacía en la infancia. Es decir, en la adolescencia, la presión estética crece entre las chicas, y se extiende con intensidad entre los chicos.
Debemos tener en cuenta que la satisfacción con el cuerpo no es un aspecto menor ya que, entre todos los ámbitos de la vida por los que se pregunta a la infancia, la satisfacción con el propio cuerpo está entre los tres aspectos que más influyen para sentirse satisfecho con la vida en global.
Pero no sólo eso, sino que también vemos que el aspecto físico es la principal causa de discriminación durante la adolescencia, tanto en chicas como en chicos, pero con mayor afectación entre las chicas: el 53,4% dicen haberse oído discriminadas por su aspecto físico, frente al 38,7% de chicos que también afirman haberlo sido. Afortunadamente, en la infancia estas discriminaciones no son tan habituales y las diferencias entre niños y niñas no son tan superiores; sin embargo, uno de cada 10 niños y niñas de 10 y 11 años dice que en la escuela hacen comentarios que no le gustan sobre su aspecto físico a menudo, muy a menudo o siempre.
Así pues, tal y como proponemos en el informe de Primeros datos de la Encuesta de Bienestar Subjetivo de la Infancia en Barcelona, teniendo en cuenta la relevancia que tiene la satisfacción con el propio cuerpo para la satisfacción con la vida, y que el aspecto físico es uno de los principales motivos de discriminación en la escuela, es necesario activar nuevas miradas desde la corresponsabilidad para luchar contra el impacto de la presión estética ya en la infancia, y para evitar que condicione negativamente la autoestima y las relaciones personales de la infancia. De toda la infancia, pero especialmente de las niñas.
El 8 de marzo es un buen momento para recordárnoslo y para explicar que las desigualdades de género ya están presentes en la infancia y que a menudo se ensanchan en la adolescencia. Porque ser niña no debería suponer ninguna diferencia social ni ningún condicionante para sentirse más o menos satisfecha con la vida.