(Entrevista realizada por Joan Antoni Guerrero y publicada originalmente en la web de la UOC)
El proyecto ASD Publics: activando espacios para la neurodiversidad, liderado por la UOC con el Ayuntamiento de Barcelona, ha permitido elaborar una guía para diseñar espacios públicos de juego para niños con autismo. El proyecto se ha realizado en colaboración con el Instituto Infancia y Adolescencia de Barcelona (IIAB), así como también con el Instituto Global de Atención Integral al Neurodesarrollo (IGAIN) y LEMUR. Laboratorio de emergencias urbanas. La coordinadora de los programas Ciudad Jugable y Participación del IIAB, Emma Cortés, explica en esta entrevista que el proyecto ha permitido poner ahora el foco en las necesidades de los niños con autismo. Para Cortés, la investigación de la UOC ha llegado en muy buen momento, porque se ha podido enmarcar dentro de una estrategia más amplia desarrollada por el Ayuntamiento de Barcelona desde hace años sobre el diseño de un espacio público que sea mejor para vivir y también en el momento de impulso de áreas de juego accesibles, pensando en las necesidades de los niños con diversidad funcional. Y esto, destaca, encaja con los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la ONU.
Hay quien desconoce de qué se trata cuando se habla de espacios públicos neurodiversos. ¿En qué consisten?
La neurodiversidad es un concepto más amplio, pero en este proyecto lo que plantean estos espacios es un diseño que tenga en cuenta las diferentes formas de relacionarse con el entorno de los niños en el espectro autista. Esta es una condición del neurodesarrollo caracterizada por alteraciones en la comunicación social, comportamientos repetitivos y patrones de interés restringido. Su forma de percibir, gestionar emociones y analizar situaciones es muy diferente a la que tiene el resto de la población. Un espacio de juego neurodiverso tiene en cuenta esta diversidad.
¿En ningún caso se trata de hacer espacios separados y diferenciados?
Crear espacios específicos para estos niños y señalarlos no es el modelo. El diseño del espacio de juego siempre debe partir de un concepto de inclusión. Deben diseñarse estos espacios pensando en que sean para todos, pero teniendo en cuenta las especificidades.
¿Cómo y cuándo empieza la preocupación por el diseño y la creación de métodos y herramientas para idear áreas de juego sostenibles e inclusivas? ¿A quiénes deben ser útiles estas herramientas?
Desde el Instituto Infancia y Adolescencia, en 2016 iniciamos un espacio de trabajo transversal con agentes de todas las áreas dentro del Ayuntamiento de Barcelona para analizar qué espacio público tenemos para la infancia y adolescencia en general. El tema de que hay que diversificar mucho más los espacios de juego para atender la diversidad de niños, sobre todo pensando en la discapacidad, es una conclusión que sale de ese espacio de trabajo. Cuando se habla de diversificar los espacios de juego para que sean inclusivos para niños con discapacidad suele ponerse mucha presión en la accesibilidad física. En el caso de la neurodiversidad, hablamos de otros aspectos más allá de la accesibilidad; de temas más cognitivos, relacionales o sociales, que en ocasiones no son tan evidentes.
¿Qué ejemplo podemos usar para explicar esto?
Por ejemplo, una de las condiciones necesarias para que los espacios sean inclusivos es que sean accesibles, que pueda llegarse a los elementos de juego con una silla de ruedas y que se pueda jugar con ellos. El punto de partida inicial es pensar que deben ser accesibles desde la parte física. Pero ese concepto también se extiende. Hay muchas entidades de niños con discapacidad, pero también con autismo y otros trastornos, que empiezan a analizar qué orientaciones podrían darse para diseñar mejor los espacios de juego. La Red de Accesibilidad y Vida Independiente (XAVI, por sus siglas en catalán) hace unas recomendaciones en las que diferentes entidades y visiones ponen de manifiesto la necesidad de diseñar los espacios de juego de forma diferente. En general, hace ya unos años que se sabe que la cuestión de la discapacidad y los espacios de juego es un reto en las ciudades. Específicamente, pensando en niños con autismo, hasta que no comienza el proyecto de la UOC en 2022, no se ve como una necesidad el poner el foco en este colectivo, y se incluía en el marco general de la discapacidad.
Antes de haber empezado el proyecto de investigación de la UOC en Barcelona, ¿no había espacios diseñados con este foco?
Este proyecto de investigación, que tiene como finalidad elaborar una guía para diseñar espacios neurodiversos, aparece en un momento en el que Barcelona tiene ya una política pública de juego en el espacio público. Pero hasta el 2018, en el que se aprobó una medida de gobierno, y concretamente hasta el 2019, en el que Barcelona hizo un plan del juego en el espacio público, no existía esa sensibilidad. Ahora una pata importante del Plan del juego en el espacio público es el diseño de los espacios de juego y de la ciudad para que sean mejores para jugar. En los criterios de calidad de este diseño se tiene en cuenta que los espacios de juego deben idearse para que sean inclusivos para todos, sin discriminar en cuanto a la discapacidad, el género, los orígenes, la edad, etcétera. También deben incluir otros criterios, como intentar ser más naturalizados o espacios de juego más diversos y creativos y con retos. Entre 2018 y 2019 la ciudad lleva a cabo toda una estrategia global que entiende que los espacios de juego deben diseñarse de forma diferente. De rebote piensa en los niños con autismo. Sin embargo, el foco específico del proyecto de la UOC permite afinar más en las características de diseño adecuadas para estos niños. El proyecto llega en muy buen momento y enriquece todo lo que ya hace la ciudad.
¿Qué retos se plantean en el futuro para el diseño del espacio público inclusivo con la neurodiversidad?
Hay aspectos de diseño que serían óptimos para las personas neurodivergentes que confluyen con aspectos que son buenos en general para otras muchas personas, como la necesidad de reducir los estímulos de los espacios. Los niños viven ahora con un estímulo permanente. Por tanto, hay que generar espacios más de calma, que te aíslen del ruido de los coches, que te permitan estar confortable en el espacio. Todo esto es un beneficio para todos. Si identificamos todos aquellos aspectos que son especialmente necesarios para los niños con autismo pero que son buenos para toda la ciudadanía, estos son los que deben sistematizarse, sí o sí, en el diseño y los que deben tomar más fuerza. Otro reto es que existen necesidades específicas de los niños con autismo a las que a veces, en el marco del espacio público, es difícil dar respuesta o que pueden entrar un poco en contraposición con otros criterios que tiene la ciudad. Por ejemplo, la necesidad de generar espacios cerrados: la ciudad no quiere que todos los espacios de juego estén cerrados, porque quiere que el juego esté integrado en el entorno urbano. ¿Qué ocurre? Para un niño con autismo es importante tener un espacio delimitado por su tendencia a huir de forma inesperada. Debemos ver cómo compatibilizamos ambos criterios. Para nosotros un elemento clave es que en los criterios de calidad de Ciudad Jugable está el de crear ecosistemas lúdicos. Barcelona es muy densa, y no tenemos grandes espacios que puedan cumplir todos los criterios. Por tanto, significa que las diferentes áreas de juego de una zona deben completarse entre ellas. Otro reto es cómo dar respuesta, desde otros programas previstos de la ciudad y que no son el diseño urbano, a las necesidades de los niños con autismo, como, por ejemplo, desde programas de dinamización del espacio público o de monitores que acompañen el juego. Esto ya no es una solución arquitectónica, sino de programa social, y debe tenerse en cuenta. El último reto es global, de comunicación e información a las familias de todas las oportunidades de juego que ofrece la ciudad, de modo que puedan identificar qué características tiene cada parque y puedan elegir a dónde ir.
¿Cuáles son los principales ejes de la guía recientemente publicada para el diseño de espacios de juego neuroinclusivos?
Por un lado, da orientaciones de espacio, de cómo reducir estímulos, de intentar no hacer rincones separados por edades, porque en ocasiones hay juegos que podríamos tipificar para más pequeños, pero quizás hay niños con autismo que son más mayores y que tienen interés en ellos. Por otro lado, apunta que el espacio debe dar respuesta a las características de los niños, tales como la tendencia de los niños autistas a irse corriendo del espacio sin que los padres o las madres puedan controlar esta situación. Es necesario tener un espacio bien delimitado. También se dan orientaciones sobre el tipo de elementos de juego para que haya diversidad de actividad motriz y el niño pueda elegir a qué juega en función de sus intereses, o que haya juegos sensoriales, un tipo de actividad que interesa a estos niños y los relaja y que, por lo general, se motivan a hacer. O, por ejemplo, se sugiere que puede haber espacios donde pueden estar más refugiados, de calma y tranquilidad. La guía ofrece soluciones de diseño del espacio y elementos de juego. El resultado de este proceso es que no todo son soluciones arquitectónicas, sino que también existen otras necesidades de comunicación y sensibilización a toda la ciudadanía. Un niño con autismo a veces tiene una forma de gestionar las emociones con rabia o frustración, y lo que hay es poca comprensión por parte del entorno. En este sentido, también está el reto de cómo sensibilizar a la ciudadanía. Por tanto, la guía desarrolla aspectos que van más allá del diseño urbano.
¿Cómo se detectan las necesidades y quién debe asumir el trabajo de escuchar y después actuar para satisfacer la demanda?
Otra de las innovaciones del proyecto de la UOC es que se realizó un proceso para diseñar una metodología de cocreación. No solo es una guía del diseño, sino también de una metodología sobre cómo trabajar o cocrear con los niños y sus familias. Lo interesante de esta metodología es que no plantea un espacio participativo con un formato adulto, sino que tiene una parte muy importante de observación del juego de los niños y de recogida de información a partir de la expresión corporal y de la relación de los niños con el espacio. Sin embargo, sí se complementó con entrevistas más formales con personas adultas, familias y profesionales. La guía recoge todas las necesidades generales del colectivo, y el resultado es una guía de cocreación de estos espacios.
¿El diseño de espacios de juego inclusivos tiene que ver, de alguna forma, con los derechos de los niños para forzar por esta vía que los ayuntamientos se impliquen?
El trabajo es muy útil para diseñar espacios tanto para ámbitos públicos, como la calle, como para patios escolares, por ejemplo. Ofrece orientaciones de diseño que son muy válidas para patios o también espacios interiores. También ofrece claves fácilmente exportables a otros espacios. Además, puede aplicarse tanto a pueblos como a ciudades. En cuanto a los derechos de los niños, la propia Convención sobre los Derechos del Niño, que es la convención más ampliamente firmada del mundo, recoge y ampara el derecho al juego. El hecho de que el Estado español la haya ratificado significa que todas las administraciones públicas, del nivel que sean, deben favorecer y garantizar que este derecho al juego se cumpla. Los propios ODS son un marco que lo defienden, en el sentido de hacer ciudades mejores para vivir.