Para una investigación ética con niños y niñas, es necesario un buen acompañamiento en el aula

23/02/2022

En el marco de la segunda edición de la Encuesta de Bienestar Subjetivo de la Infancia de Barcelona (octubre-diciembre de 2021), desde el Instituto Infancia y Adolescencia hemos vuelto a apostar por hacer un acompañamiento esmerado y especializado durante el trabajo de campo. Hemos velado por ajustarnos a los estándares de la investigación ética con niños, garantizando que todos los niños y niñas que participaban tenían el apoyo necesario, tanto a nivel metodológico, como a nivel emocional, como de inclusión social.

Desde el Instituto Infancia y Adolescencia de Barcelona sabemos que investigar con la participación de la infancia no es cualquier cosa, y tenemos claros qué principios hay que observar a la hora de realizar investigación social con niños y niñas. Ya lo intuimos en el momento de realizar la primera Encuesta de Bienestar Subjetivo de la Infancia de Barcelona (EBSIB 2016) y la experiencia de campo nos lo corroboró.

Hacer investigación con la infancia, y más si la investigación trata sobre cuestiones que les son muy cercanas y que afectan a su bienestar, supone un reto porque puede confrontar a los niños y niñas a preocupaciones o malestares que afloran en el momento de la encuesta. Es por ello que, de acuerdo con los principios de la investigación ética, es necesario garantizar un acompañamiento que favorezca que la experiencia sea positiva para todos los niños y niñas, inclusiva para que sean cuales sean sus capacidades o circunstancias personales puedan completar encuesta, y respetuosa, para que desde la mirada atenta se acompañe a los niños en las emociones que la encuesta les pueda desvelar.

Con este objetivo, desde el Instituto Infancia y Adolescencia reforzamos al equipo de encuestadores del trabajo de campo con dos personas que debían asumir este rol concreto de acompañamiento de los niños y niñas durante el proceso de encuestación al aula: Mariana Rico, graduada en Antropología social y cultural, y Raquel Lluch, estudiante en prácticas del grado de Sociología. Ambas han acompañado al equipo de encuestadores durante todo el trabajo de campo. Han supervisado que todos los niños y niñas pudieran participar (escogiendo la modalidad de cuestionario adaptado de manera consensuada con el tutor/a[1]), apoyando a los niños con conocimientos limitados del catalán o castellano, observando e interviniendo si un niño o niña se mostraba molesto o triste a raíz de la encuesta (en algunas situaciones como lo son la separación de los padres, problemas socioeconómicos, o la muerte de un familiar un niño puede sentirse mal fácilmente), y generando un espacio de escucha y/o una actitud empática. Al irse de cada centro escolar, se han asegurado de que, tutoras y tutores estuvieran informadas de casuísticas que tal vez deberían acompañar más allá de nuestro paso por la escuela.

Ahora que ya hemos terminado el trabajo de campo, en el que entre las dos han realizado un acompañamiento esmerado de las sesiones de encuestación y un seguimiento de ésta en base a la observación y el análisis de respuestas abiertas, es un buen momento para compartir sus reflexiones y aprendizajes:

[1] Aunque hemos garantizado un nivel muy alto de inclusividad del cuestionario, no lo ha sido del 100%: un niño con una discapacidad psíquica severa, que le impidiera leer o expresarse hablando, por ejemplo, no podía contestar a la encuesta, ni tampoco un niño con un nivel de comprensión muy bajo del catalán o castellano. Podíamos traducir palabras puntuales al inglés, francés o árabe, pero no al urdu, al alemán o al mandarín, por poner sólo unos ejemplos.

 

 

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