(Versión ampliada del artículo publicado en Social.cat)
Forandrings Fabrikken (The Change Factory o la Fábrica del Cambio) es una fundación de carácter privado que comenzó hace 14 años en Noruega, con la misión de mejorar los sistemas públicos de atención a la infancia: escuelas, hospitales, servicios sociales, entre otros. Las evidentes muestras de queja y dolor vividas por muchos de los niños a los que, en principio, el sistema público noruego tenía que ayudar y proteger, hacían evidente la urgencia de revisarlo, para dar mejor respuesta a las necesidades de los niños.
Entre el 2008 y el 2016, The Change Factory evaluó y revisó servicios públicos con la participación y complicidad de 3.000 niños de escuelas, 700 niños del sistema de tutela, 250 niños de instituciones de salud mental y 100 niños de hospitales de todo Noruega.
El impulso de cambios reales y concretos a partir de sus aportaciones (en 2014 ya se habían modificado dos leyes noruegas de protección de la infancia como consecuencia del programa y, en la actualidad, se preparan nuevas modificaciones de la Ley de Atención de Infancia) demuestran el potencial de cambio de este modelo.
Después de que el proyecto europeo ACSI identificara la experiencia, cuatro de los PROs de The Change Factory han estado recientemente en Barcelona invitados por el departamento de Promoción de infancia del Ayuntamiento de Barcelona, junto con Marit Sanner, su facilitadora y una de las principales impulsoras del modelo. Los PROs de The Change Factory son niños y adolescentes que han sido usuarios de servicios de infancia y que adoptan el compromiso de compartir sus experiencias para conseguir mejoras en el sistema que puedan beneficiar a otros niños y niñas.
A continuación hacemos un resumen, por el valor de sus aportaciones y porque entroncan muy de cerca con la forma como concebimos, desde el Institut Infància i Adolescència, el trabajo con y para los niños.
La experiencia vivida de los niños y niñas: una pieza clave para la mejora de los servicios dirigidos a niños y adolescentes
Solemos diseñar, evaluar y, cuando procede, reformular los servicios de atención a la infancia a partir de la investigación y del conocimiento de los profesionales… Pero, ¿y la experiencia vivida y narrada por los niños y niñas que han pasado por ellos? A menudo nos olvidamos de esta pieza clave, tal como alertaron los PROs de The Change Factory.
Lo primero que debemos entender es que la participación infantil no es un fin en sí mismo, sino una manera de acceder al conocimiento valioso que tienen los niños y niñas sobre los sistemas de los que participan (la escuela, servicios de atención y protección…). Debemos ver este conocimiento como una aportación imprescindible, que hay que poner en el mismo nivel de importancia que el resto de conocimientos sobre la infancia y la adolescencia:
Sin embargo, a este conocimiento no se accede de manera sencilla. Como con el resto de conocimientos, también para este, hay que desplegar un método, hay que destinar un tiempo y unos recursos. Si queremos que los niños y niñas compartan sus vivencias con el mundo adulto cuando los interrogamos, hay que crear unas circunstancias específicas que lo hagan posible.
Los 3 principales obstáculos para la participación de los niños…
La participación de los niños no se da de forma automática o “natural”, sólo porque los adultos decidamos consultarles, sino que suele encontrarse con tres obstáculos importantes:
1) el de los niños que no participan nunca en las actividades propuestas
2) el de los niños que boicotean la actividad porque no les interesa
3) el de aquellos niños que dirán lo que los adultos quieren oír, por ser amables y salir pronto de una actividad de participación que no les ha interpelado de verdad.
Los tres obstáculos son estrategias que sirven a los niños y niñas para escapar de una actividad que han estimado que no reúne los requisitos para compartir con los adultos lo que realmente piensan.
… y los 3 ingredientes imprescindibles de la fórmula The Change Factory
¿Qué es necesario, pues, para encontrarse con los niños? ¿Como hay que abordarlos para conseguir que todos tengan ganas de participar y lo hagan de forma genuina, y no sólo como vía escapista, para contentar a las demandas de los adultos?
The Change Factory empleó 4 años de trabajo para poder responder a estas preguntas. Y, tal vez, las respuestas que encontraron sean parte de las aportaciones más relevantes del modelo. Para conseguir una participación real y sincera de los niños, es imprescindible que se cumplan, al menos, estos tres ingredientes:
- Adultos decididos a escuchar lo que los niños los quieren decir
Escuchar y asumir las consecuencias de lo que nos dirán los niños y adolescentes, puede no ser nada fácil. Sobre todo para quien tiene por misión acompañarlos. A nadie le gusta sentir que lo que hace no sirve o es ineficaz. Pero si los niños no perciben esta voluntad sincera de ser escuchados, si no perciben esa valentía en los adultos y no ven esa puerta abierta (desde el corazón), no podemos esperar que nos confíen sus “perlas” (así es como se hay referían los pros).
- Espacios de participación seguros, de respeto mutuo y confianza
Posiblemente no nos hayamos planteado que las herramientas de participación pueden ser intimidantes o pueden dar miedo a los niños y niñas. Pueden generar sentimientos de desconcierto y tristeza, porque a menudo les preguntamos sobre aspectos de sus vidas que para ellos son importantes o que les hacen conectar con experiencias dolorosas.
Por ello generar espacios de participación donde los chicos y chicas se sientan seguros para compartir sus perlas es tan importante. Y no estamos hablando de cámaras de seguridad ni de policía, hablamos de estar acompañados por adultos en quien pueden confiar y por quienes, los chicos lo perciben enseguida, serán tratados con respeto y amor. Adultos que estarán pendientes de cómo se sientan antes, durante y después de haber compartido sus experiencias.
Desde esta perspectiva, la participación de los niños es un espacio de cooperación entre niños y adultos, en el que unos aportan y tienen cuidado de los otros y en el que los adultos se sitúan al mismo nivel que los niños, y no por encima.
Para que la cooperación sea posible, la figura del facilitador/a o dinamizador/a es más importante que la técnica que se aplique. El niño o niña debe percibir que la propuesta del facilitador es honesta, y éste debe ser capaz de generar un clima de confianza y tratar con respeto a los niños, no juzgando sus percepciones, experiencias u opiniones. El facilitador debe ser capaz de trasladar la información adecuada sobre lo que pide a los niños y niñas (con un mensaje corto y claro y un lenguaje no verbal inequívoco) y debe recordarles siempre, incansablemente, porqué oír su voz es tan importante.
- Herramientas de participación útiles
La participación de los niños y niñas, escucharles y tener en cuenta lo que dicen es un derecho reconocido en el artículo 12 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, pero escuchar de verdad va más allá de recoger sus opiniones o interesarse por sus experiencias: escuchar de verdad es estar dispuesto a hacer cambios que pueden ser profundos, y a invertir los recursos necesarios.
Los niños tienen objetivos ambiciosos y piden que sus aportaciones sirvan para cambiar y mejorar su entorno. La percepción de utilidad es imprescindible para conseguir una participación activa y honesta por su parte.
Combinar bien los ingredientes para obtener un buen resultado
Además de tener en cuenta estos tres ingredientes, hay que saber cuál es la receta para combinarlos. La clave, explican desde The Change Factory, está en hacer una propuesta sencilla, corta, divertida, concreta y que parta de su experiencia individual, eliminando presiones sobre si lo hacen bien o mal, eliminando la lectura de papeles. Hay que invitar a hablar al niño desde él mismo e interesarse por sus experiencias. Las propuestas, llegarán después. Además, hay que velar para que la experiencia de participación tenga un final esperanzador: participamos para crear un espacio mejor de lo que tenemos ahora y este margen de mejora es posible. La cooperación debe servir para acercar adultos y niños, para reforzar vínculos y sumar esfuerzos.
Más allá de garantizar un derecho: comprender que escuchar a los niños es una necesidad
Los PROs de The Change Factory nos piden a los adultos que avanzemos del “quiero oír tu voz” al “necesito oír tu voz”. La escasa escucha adulta a los niños hace que, en nuestro país, aun estemos en fase de creación de mecanismos de escucha, y en la reivindicación de que estos sean periódicos, y no puntuales en el tiempo. Pero en The Change Factory ya han dado un paso más y reclaman que la participación de los niños y adolescentes no responda a un ejercicio de derecho sino a la necesidad de los adultos de contar con su experiencia, y de hacerlos copartícipes del diseño, implementación y/o evaluación de cualquier servicio dirigido a la infancia.
Se trata, pues, de evitar las fórmulas de participación que no tengan por objetivo conocer y mejorar las vidas de los niños y entender que la participación es el medio (y no un fin en sí mismo) para acceder al valioso conocimiento que los niños tienen, desde su perspectiva y su protagonismo.
La participación de los niños, una herramienta imprescindible para conocer y mejorar las vidas de los niños en nuestra ciudad
Desde el Instituto Infancia y Adolescencia procuramos contar con los niños siempre que nos es posible y así lo recogemos en nuestros principios metodológicos. Es el caso del programa Hablan los niños y niñas, un programa de investigación y conocimiento sobre el bienestar de los niños que parte desde su punto de vista y cuenta con su protagonismo en todas las fases de su desarrollo; como también en una de las actuaciones del programa Ciudad jugable, el proceso de co-creación con niños de dos parques de Barcelona para transformarlos en dos grandes espacios lúdicos que desborden las actuales áreas de juego.
La experiencia de The Change Factory es inspiradora, no sólo por su metodología y sus resultados sino también porque en Barcelona no hay una política proactiva específica, sistemática y transversal para promover el derecho de los niños y adolescentes a ser escuchados en la toma de decisiones que les afectan. Nos queda aún mucho camino por recorrer para favorecer su papel como ciudadanos activos con derecho a participar en la elaboración del proyecto de ciudad y mucho por conocer de sus vidas y sus visiones. Estas son, precisamente, las dos principales conclusiones del documento de trabajo Participación de chicos y chicas en Barcelona, oportunidades para la co-producción de la ciudad con y desde la infancia y la adolescencia, que hemos llevado a cabo desde la Institut Infància i Adolescència.