Para preservar la salud mental de los niños y niñas, también es necesario cuidar la de sus padres o madres

11/10/2024 Laia Pineda, Xavier Bartoll

(Este artículo se ha publicado origináriamente en Social.cat) La mala salud mental de los padres y/o madres, así como el hecho de crecer en contextos socioeconómicos empobrecidos, en situaciones de inseguridad alimentaria o en barrios con altos niveles de conflictividad y violencia empeora la salud mental de los niños y niñas. Así lo ha corroborado un reciente estudio de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) a partir de analizar la Encuesta de Salud de Barcelona del año 2016. Dado que el estudio se ha realizado con datos de 2016, el efecto del confinamiento y del pantallismo no está presente. Esta circunstancia nos ayuda a ampliar la mirada ya no centrarnos en estos dos factores (confinamiento y pantallismo) como únicas causas del empeoramiento de la salud mental de los niños y niñas en los últimos tiempos. Desde 2012 el número de atención de casos en los Centros de Salud Mental Infantil y Juvenil no han parado de aumentar y, tal y como apuntan ésta y investigaciones anteriores, los entornos parentales de crianza y las características del barrio también condicionan la salud mental de los niños y niñas.

En los últimos años se ha hablado mucho del empeoramiento de la salud mental de los niños y niñas. Los datos de la Encuesta de Bienestar Subjetivo de la Infancia en Barcelona y la Encuesta FRESC (Factores de Riesgo de la Escuela Secundaria) de la ASPB han confirmado esta tendencia a una menor satisfacción con la vida y, sobre todo, de los adolescentes y especialmente de las chicas. Entre las causas del empeoramiento se han señalado los efectos del confinamiento (total y parcial), puesto que se interpuso en una necesidad básica en la infancia y la adolescencia: pasar tiempo al aire libre y con los iguales. E investigaciones de Unicef, Save the Children y el Instituto Infancia y Adolescencia, entre otros, señalaron los efectos de los usos problemáticos de las tecnologías en el empeoramiento de la salud mental de niños y niñas. Sin embargo, se ha hablado menos de los impactos en la salud mental del hecho de crecer en contextos desfavorables, ya sea por dificultades económicas, inseguridad alimentaria o barrios inseguros y/o con mayores índices de violencia.

Sobre estos últimos factores ha aportado luz el estudio recientemente publicado por uno de los autores de este estudio, Xavier Bartoll , basado en una muestra de guarderías de la Encuesta de Salud de Barcelona del año 2016. Los resultados muestran como, mucho antes del confinamiento por la crisis sanitaria del cóvido-19 y del auge del pantallismo, los contextos de dificultad económica e inseguridad alimentaria ya impactaban negativamente en la salud mental de la infancia y la adolescencia. Estos contextos afectan de forma intrínseca en la vida de los niños y niñas, con mayor presencia de sentimientos de retraimiento, tristeza y otros efectos emocionales adversos. Y afectan de forma extrínseca, en forma de agresividad, falta de atención y/o conflictividad relacional.

El estudio también hace referencia a otras investigaciones que han podido demostrar asociaciones entre situaciones de persistente pobreza y problemas de hiperactividad, disminución en el autocontrol y un empeoramiento en las relaciones interpersonales.

Aparte de poder mostrar esta relación directa entre pobreza infantil y empeoramiento de la salud mental, el equipo de investigación liderado por Bartoll ha señalado dos aspectos más, que nos ponen sobre la mesa la íntima relación entre el bienestar de la infancia y las características de su entorno de crianza. El primero de los aspectos ha sido mostrar cómo la salud mental de los padres o madres se vincula a la de los hijos: en situación de estrés económico los progenitores ejercen patrones de crianza incoherentes que afectan negativamente a sus hijos e hijas, por ejemplo, con cambios en la rutina de las comidas (frecuencia, tipos de alimentos, entre otros) o con una menor disponibilidad de alimentos que comporta debilitamiento físico e incide en el sentimiento de retraimiento o tristeza de los niños . Además, los niños y niñas que externalizan su malestar con conductas agresivas o mayor conflictividad relacional tienen más probabilidades de tener padres o madres con mala salud mental. El segundo de los aspectos, es que vivir en un barrio inseguro y/o violento (un factor que ha podido determinarse a partir de la percepción de los progenitores), también correlaciona con una peor salud mental de sus hijos e hijas.

 

Para mejorar la salud mental de pequeños y mayores es necesario acabar con la pobreza infantil

A la luz de todos estos resultados, la pobreza infantil debería convertirse en una preocupación política de primer orden, dado que crecer en condiciones de pobreza no sólo estropea las condiciones de vida presentes de los niños y niñas y sus trayectorias laborales y económicas en el futuro, sino que también estropea la salud mental de los niños y adolescentes que la padecen, sobre todo cuando crecen en situaciones de privación material severa.

Sufrir trastornos de salud mental en la infancia incrementa de forma muy importante la probabilidad de sufrirlos en la edad adulta, lo que nos alerta de la necesidad de no escatimar recursos para garantizar infancias y adolescencias saludables, no sólo como un derecho de presente (que ya les reconoce la Convención de los Derechos del Niño) sino como mejor prevención de enfermedades futuras.

La pobreza en la infancia, los entornos familiares estresados por las dificultades socioeconómicas y los entornos residenciales degradados afectan negativamente a la salud de los niños y niñas. Una vez más, invertir en infancia se demuestra la mejor de las prioridades políticas y lo único necesario para hacerlo es voluntad política. La evidencia seguirá diciéndonos que esto es lo mejor que podemos hacer para garantizar entornos de crecimiento y trayectorias adultas saludables a todos los niños y niñas.

Programa relacionado

Observatorio 0-17 BCN

El objetivo del programa es mejorar el conocimiento y generar análisis periódicos sobre las vidas y los derechos de la infancia y la adolescencia de Barcelona para fortalecer las políticas locales que afectan a esta etapa vital de los ciudadanos entre los 0 y los 17 años.