Mirada amplia, corresponsabilidad e inversión para hacer frente a los 17 retos educativos de Barcelona

12/06/2017 Elena Sintes

Artículo publicado en Educa.barcelona

Barcelona tiene una serie de retos a lograr si quiere generar igualdad de oportunidades educativas para sus niños, niñas y adolescentes; puesto que, a día de hoy, persisten las desigualdades educativas desde la primera infancia hasta la adolescencia.

En el informe Oportunitats Educatives a Barcelona 2016: l’educació de la infància i l’adolescència a la ciutat, elaborado per el Institut Infància i Adolescència de Barcelona por encargo del Ayuntamiento de Barcelona, se identifican los 17 principales retos de ciudad y se proponen diferentes líneas de orientación de política pública para hacer frente. Unos retos que iremos resiguiendo en nuevas ediciones del informe (el próximo, en 2018) para ver cómo evoluciona la educación de los niños y niñas de la ciudad.

La educación tendría que compensar las desigualdades sociales de partida

Lo dice la Ley de Educación de Cataluña. Pero, tal como muestran los datos recogidos en el informe, todavía no lo consigue plenamente. Los niños y adolescentes de Barcelona crecen en contextos familiares y sociales muy diferentes (en aspectos como la formación, orígenes y renta familiar disponible) en función de la zona de la ciudad donde viven. Y estos contextos condicionan sus oportunidades educativas.

Por eso, el primer reto que identifica el informe va dirigido a mejorar las condiciones de educabilidad: “corregir las desigualdades de partida” (rete 1/17). Un reto que va estrechamente ligado con el segundo: “incrementar las oportunidades educativas con estrategias focalizadas” (2/17). Y es que, si bien la intervención pública tiene que garantizar el derecho en la educación en sentido amplio y con un enfoque universal a todos los niños y niñas, para conseguirlo no hacen falta sólo actuaciones globales sino que también estrategias particulares en función de las características y necesidades propias de cada territorio y las circunstancias específicas de cada niño o niña.

Hace falta una política municipal de primera infancia en sentido amplio

La crianza de los niños y niñas es, en primer término, responsabilidad de cada familia. Aún así, tiene que ser también un asunto público por la importancia de los beneficios educativos y sociales de la inversión en esta etapa, especialmente entre los niños de entornos más vulnerables. A pesar de los adelantos conseguidos en los últimos años, sobre todo en cuanto a la ampliación del número de guarderías municipales, es necesario que la oferta pública se amplíe y diversifique para responder a la pluralidad de necesidades de las familias y sobre todo las acompañe en la crianza de sus hijos e hijas. La apuesta por la guardería es esencial, pero insuficiente. Por eso, hay que “plantear una política municipal de primera infancia” (6/17) que aporte los recursos necesarios a las familias para que puedan ejercer su papel y su responsabilidad.

Estos recursos pasan por “incrementar la oferta pública de guarderías y espacios familiares municipales para la primera infancia” (3/17) (sólo 4 de cada 10 niños de 0-3 años están escolarizados y, a pesar de la cobertura de las escuelas cuna ha ido creciente, es todavía insuficiente, así como también es escaso el número de espacios familiares municipales), “aplicar criterios de equidad en el acceso a la guardería” (4/17) fomentando la accesibilidad económica e incentivando la demanda de las familias socialmente más vulnerables y “conocer la situación educativa de los niños y niñas no escolarizados” (5/17) para identificar las necesidades de las familias, y los apoyos con los que cuentan, para la educación y crianza de sus hijos e hijas.

En la escolarización obligatoria, hay que reducir desigualdades y reforzar la red pública 

A pesar de que en los últimos años se está produciendo un cambio de tendencia, la mayoría de niños y niñas de Barcelona, a diferencia de lo que pasa en el resto de Cataluña y de España, están escolarizados en centros concertados. Además, existe una segregación escolar (con concentración de alumnos con más dificultades en centros públicos y en determinados territorios) que incide negativamente en los resultados educativos, haciéndolos muy desiguales entre distritos.

Por eso, los retos en esta etapa son: “hacer efectivo el principio de escolarización equilibrada para reducir la segregación escolar” (7/17) repartiendo adecuadamente los niños y niñas con mayores necesidades específicas; “reducir las desigualdades de los resultados educativos entre los distritos” (8/17); “aumentar las plazas públicas” (9/17) para acercarnos al peso comparado con Cataluña; “cuidar la transición de primaria a secundaria” (10/17), que es un momento frágil del sistema escolar (especialmente en la red pública) ofreciendo acompañamiento y orientación.

Apostar por la educación puesto-obligatoria como primera y como segunda oportunidad

Uno de los objetivos de la Estrategia Europa 2020 es extender la educación puesto-obligatoria y reducir el número de jóvenes que abandonan los estudios. Una de las vías para conseguirlo es “mejorar la atención y orientación sistemática después de la ESO” (11/17) para favorecer el paso hacia los estudios puesto-obligatorios. Además, si bien el Bachillerato sigue siendo la opción mayoritaria a la hora de cursar estudios puesto-obligatorios, hay un interés creciente por los ciclos formativos, hecho que genera la necesidad de “aumentar las plazas públicas y las becas para los ciclos formativos” (12/17).

Por otro lado, los datos muestran que los ciclos formativos de grado medio son una vía espontánea de segunda oportunidad (cada vez acceden más alumnos mayores de 18 años que habían dejado los estudios previamente), a pesar de que también presentan una tasa de abandono muy elevada. Este hecho, junto con la constatación que los Programas de Formación e Inserción (PFI) son todavía minoritarios, plantea el reto de “consolidar las vías de segunda oportunidad” (13/17) integrándolas en el sistema educativo y aumentando la oferta pública.

Hace falta que el ocio educativo llegue a todos los niños de la ciudad

Las actividades de ocio educativo están adquiriendo cada vez más importancia y peso en lo que hoy entendemos por educación. De hecho, el mismo concepto de “oportunidades educativas” en el que se basa el informe comprende una dimensión amplia de la educación, más allá de la escuela y de los resultados académicos, entendiendo que el ocio contribuye al desarrollo personal y educativo de los niños y niñas. Aún así, se trata de uno de los ámbitos educativos más desiguales: como acceder depende de los condicionantes socioeconómicos y culturales de sus familias, los niños más desfavorecidos participan menos.

Por eso, los retos que identifica el informe van en la línea de “favorecer el acceso al ocio educativo para todos los niños” (15/17) y, concretamente, “articular el ocio educativo en la ciudad” (14/17), puesto que actualmente no hay una política pública integral que contemple y vertebre todas las dimensiones del ocio educativo. Para mejorar la accesibilidad a estas actividades, también hay que garantizar una oferta cercana de calidad, que avance hacia “compensar las desigualdades territoriales en la oferta” (16/17) y “aprovechar mejor los equipamientos y el espacio público para el ocio educativo” (17/17), entre otros, los equipamientos deportivos, culturales y cívicos y también los centros escolares que, fuera del horario lectivo, a menudo están infrautilitzats.

¿Cómo podemos lograr estos retos colectivos como ciudad?

Estos son los 17 retos que tiene que lograr la ciudad de Barcelona si quiere generar igualdad de oportunidades educativas para sus niños, niñas y adolescentes. Unos retos necesarios de abordar por el papel que juega la educación como política predistributiva que puede ayudar a romper el ciclo de transmisión de la pobreza. Porque las oportunidades educativas que tengan los ciudadanos que ahora son niños y adolescentes condicionará sus trayectorias personales en adelante. Pero, sobre todo, porque tenemos la responsabilidad colectiva de asegurar los recursos necesarios para el máximo desarrollo educativo de los niños y adolescentes.

Barcelona tiene una situación privilegiada, respeto otros gobiernos municipales, para hacer frente a estos retos. Por un lado, por sus competencias -propias y compartidas- en materia de política educativa local, derivadas de la Carta Municipal. Por otro lado, porque dispone de una buena base de equipamientos y servicios en todo la ciudad, más allá de los escolares, que tienen un alto valor educativo. Y, finalmente, porque existen múltiples actores implicados en las oportunidades educativas, como por ejemplo instituciones municipales, profesionales, familias y tejido asociativo y de entidades sociales, deportivas o culturales.

Sólo concibiendo la educación con una mirada amplia, contando con la corresponsabilidad de todos los actores implicados y estableciendo la inversión en educación como prioridad de ciudad -una inversión que, por supuesto, tiene que ir orientada a la equidad-, la ciudad será capaz de mejorar la educación y la vida de sus niños y niñas. Es una obligación para garantizar este derecho fundamental y el interés superior del niño y, a la vez, una apuesta para reducir las desigualdades sociales presentes y futuras puesto que, mejorando la vida de niños y niñas, mejora también la del conjunto de ciudadanos y ciudadanas de Barcelona.

 

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