Catalunya tiene un capital de atención a la infancia importantísimo, pero tiene que dar un salto cualitativo para llegar a ser un verdadero sistema de atención a la infancia, por lo que es necesaria una inversión decidida que sitúe la infancia en primer plano y como prioridad de la política pública. Además, para avanzar hacia un sistema moderno y desarrollado, se tendran que afrontar 10 retos principales en la atención a la infancia:
- Erradicar la pobreza infantil
- Apoderarse los niños y capacitarlos en autonomía y asertividad
- Construir una ciudad colaborativa
- Ser escolarizados pero con derecho a aprender y hacer crecer nuestro potencial
- Un Departamento de Educación, Infancia y Adolescencia para impulsar políticas integrales
- Reconocer la segunda oportunidad como derecho adolescente
- Potenciar las artes y la creatividad desde pequeños como lo hacemos con el deporte
- Igualdad en la diversidad sin discriminación por género, etnia o discapacidad
- Urbanismo y arquitectura con ojos de niño
- Educar a la sociedad en la justicia inter-generacional
Así lo explicó el profesor de sociología de la UB, Xavier MartÍnez-Celorrio, el pasado 14 de octubre de 2016 durante la clausura del 20è Fòrum de la Federació d’Entitats d’Atenció a la Infància.
Desde el Institut Infància i Adolescència de Barcelona asistimos al foro y pensamos que vale la pena hacernos eco de las ideas que Martínez-Celorrio desplegó en su ponencia.
Antes de publicar el post hemos pedido al autor que hiciera una revisión, aunque cualquier error que pueda contener la relatoría es de quien firma el post. Las referencias a distintos artículos de la Convención de los Derechos del Niño (CDI en adelante) son a iniciativa del Instituto. También lo son los enlaces a experiencias o documentos que, desde el Instituto, pensamos que ejemplifican bien algunos de los retos que apunta el profesor Martínez-Celorrio.
Salto cualitativo del pre-sistema de atención actual a un sistema real de atención
Martinez-Celorrio se refirió primeramente al capital actual de atención a la infancia como un “pre-sistema de atención”, sin cuyo refuerzo no podremos dar el salto necesario hacia un verdadero “sistema de atención a la infancia “.
Lo que él llama el “pre-sistema” actualmente disponible se ha construido en los últimos 20 años y está configurado por servicios y agentes profesionales múltiples (salud pediátrica, deportes, educación reglada, educación en el tiempo libre, educación social…), políticas locales, consejos de participación, acogida y protección de los niños, centros de investigación sobre infancia, adjunto a la infancia del Síndic de Greuges o, incluso, el Club Súper 3 que se dirige al niño como sujeto…
Todos ellos son un capital esencial con el que contamos pero al que le falta dar un salto cualitativo hacia un sistema real y desarrollado a partir de una inversión decidida que sitúe a la infancia en primer plano y como prioridad de la política pública. ¿Cuáles serían, pues, los elementos necesarios para hacer este salto?
Triplicar la inversión en infancia, hasta el 2,7% del PIB catalán
“Hay que triplicar la inversión actual en infancia (0,9% del PIB catalán) si queremos equipararnos al nivel de inversión de países de nuestro entorno”, asegura Martínez-Celorrio. Sin una inversión suficiente [del máximo de los recursos disponibles, tal y como exige la actual CDI en el artículo 4] no podremos pasar del pre-sistema de protección actual que reacciona de forma paliativa ante las necesidades de la infancia, a un sistema preventivo capaz de dar respuestas integrales a los niños, que se anticipa a las necesidades antes de que se manifiesten y garantiza una cobertura universal de los derechos de la infancia. “Un sistema pre-distributivo -añadía Martínez-Celorrio- construido desde abajo, desde las comunidades de práctica, que son las que conocen las necesidades reales de los niños, co-decidiendo y co-diseñando las políticas a desarrollar”.
Los 10 principales retos que habrá que afrontar
Según el profesor, “podremos hablar de un verdadero sistema de atención a la infancia, el día que dispongamos de políticas predistributivas suficientemente dotadas y orientadas a afrontar 10 retos principales”:
1. Erradicar la pobreza infantil
“Con los recursos que se pierden por un 4,5% del fraude fiscal catalán bastaría para financiar el PEUC, el programa de garantía de rentas que ha propuesto la FEDAIA para erradicar la pobreza infantil que afecta al 30 % de los niños”, afirmó Martínez-Celorrio. Un ejemplo entre muchos otros que nos indican que la disponibilidad de recursos – la eterna excusa para justificar la baja inversión en infancia- depende en realidad, de una concienciación colectiva que impulse nuevas voluntades y prioridades políticas que transformen la desigualdad en oportunidades.
La pobreza infantil es mucho más que una situación carencial dado que deja secuelas de por vida que no se tienen en cuenta y que son muy limitadoras de las oportunidades. La investigación ha evidenciado las consecuencias de la pobreza infantil sobre el desarrollo cognitivo, la capacidad de lenguaje y de aprendizaje o el menor desarrollo del córtex cerebral que limita las capacidades abstractas. No podemos responsabilizar a los niños de haber nacido en una familia u otra. Corresponde a las políticas públicas neutralizar los peso de la herencia social en sus trayectorias vitales para que no limiten ni condicionen el máximo desarrollo de los niños, un derecho que está garantizado en el artículo 6 de la CDI.
2. Apoderarse los niños y capacitarlos en autonomía y asertividad
Hay que capacitar en autonomía y asertividad a todos los niños y, en especial, los que viven situaciones de mayor vulnerabilidad. En un mundo caracterizado por el sobre-consumo, las relaciones abusivas y la falta de referentes éticos, hay que priorizar la educación del carácter y la argumentación para saber decir “no”, para saber dialogar con personas diferentes y estar seguro de un/a mismo/a sin dejarse manipular. Y, no sólo eso, sino que hay que extender esta responsabilidad educativa a toda la sociedad. Una responsabilidad tan grande, no puede recaer únicamente en la escuela. Es necesaria la implicación de las familias y de todos los agentes sociales. En este sentido, cabe destacar el potencial de la mentoria o las alianzas magnet como instrumentos empoderadores y socializadores de experiencias y nuevos significados que deben servir para transferir capital social y relacional y para romper el círculo cerrado de la pobreza material y cultural.
3. Construir una ciudad colaborativa
Construir un modelo de ciudad en el que las zonas más fuertes de la ciudad ayuden a las más débiles. Construir “la república de los niños” con mecanismos que materialicen sus derechos a expresarse libremente y ser escuchados (artículo 12 de la CDI). “¿Qué responden todos los niños sin excepción cuando les preguntamos qué piensan de las desigualdades sociales? Responden que no las deberíamos tolerar y que hay que erradicar la pobreza infantil. Estamos escuchando esta demanda en la que está de acuerdo el 15% de la población catalana, representada por los niños? “, Alertaba Martínez-Celorrio. Hay que avanzar hacia una ciudad colaborativa contra las desigualdades capaz de socializar bienes intangibles, conocimientos, capital cultural y ayuda mutua en grandes redes que sean un entorno positivo y estimulante para crecer como niño.
4. Ser escolarizados pero con derecho a aprender y hacer crecer nuestro potencial
El derecho a aprender debe prevalecer y ser el complemento garantizado del derecho a ser escolarizado (artículo 28 de la CDI). Hay que revisar todos los obstáculos y barreras que limitan la equidad interna del sistema escolar y que multiplican el fracaso y la exclusión. No tenemos que poner el foco sobre las escuelas de “alta complejidad” sino sobre zonas o “distritos preferentes” y priorizar la lucha contra la segregación escolar. Hay que abandonar la etiqueta de “alta complejidad” que se traduce en una presión innecesaria sobre las escuelas, ya que en realidad la alta complejidad es una característica del contexto en el que vive el niño. Es necesario que el contexto sea el punto de partida para diseñar nuevas políticas educativas de distrito y nuevos proyectos comunitarios de escuela, en el marco de ciudades colaborativas.
5. Un Departamento de Educación, Infancia y Adolescencia para impulsar políticas integrales
Tenemos que cambiar la escuela y el currículo tradicional y poner al niño en el centro del sistema. Hay que adoptar una visión paidocéntrica y superar la visión adultocèntrica impuesta sobre la escuela y los tiempos y jornadas de los niños. La escuela y el fuera escuela debe ser un continuo coherente, mutuamente enriquecedor y no excluyente como ocurre ahora. Hay que rechazar la jornada compactada y superar el sistema de enseñanza actual con currículos sobrecargados que impiden que el profesorado pueda centrarse en aprendizajes relevantes y pedagogías activas por el crecimiento madurativo de los niños y adolescentes. “El actual ‘Departament d’Ensenyament’ se tendría que llamar ‘Departament d’Educació, Infància i Adolescència’ asumiendo y haciendo integrales todas las políticas educativas y políticas sociales de ciclo vital hasta los 18 años”, sugería el profesor Martínez-Celorrio.
6. Reconocer la segunda oportunidad como derecho adolescente
Debemos ampliar las oportunidades y reconocer el derecho a equivocarse sin penalizalo. Diversificar la vía formal y reglada actual, incorporando una 3ª secundaria para todos aquellos adolescentes que no siguen una trayectoria continuada de éxito en el bachillerato o en la FP. Porque todos los adolescentes merecen la oportunidad de cambiar el rumbo de decisiones tomadas en determinados momentos vitales, que en algunas circunstancias pueden ser muy complejos. El sistema de garantía juvenil debería ser un sistema integrado y compuesto por múltiples programas recuperadores de la autoestima y reorientadores hacia vocaciones, rutas y titulaciones abiertas, flexibles y modulares de un sistema educativo más inclusivo y adaptable a la condición adolescente.
7. Potenciar las artes y la creatividad desde pequeños como lo hacemos con el deporte
Tenemos que cambiar la escuela apostando por los talentos artísticos, musicales y expresivos de los niños, poniendo las enseñanzas artísticas al mismo nivel que las lenguas y las matemáticas, y dotándolos del mismo reconocimiento pedagógico y social. La creatividad y las creaciones artísticas deben ser un eje transversal e identitario de los proyectos de escuela y una actividad de prestigio como ocurre ahora con los deportes infantiles desde pequeños. La investigación evidencia que las artes, la música y la creatividad son una herramienta eficaz contra la exclusión social y escolar así como una herramienta clave de la tolerancia, la cohesión y la vida intercultural en común.
8. Igualdad en la diversidad sin discriminación por género, etnia o discapacidad
No podemos tolerar que la diversidad nos de miedo ni socializar las nuevas generaciones en la angustia y el rechazo de la complejidad intercultural y de las diferencias como algo ajeno. Tolerancia cero a cualquier práctica discriminatoria (artículos 2 y 23 de la CDI) e incentivos para los ejemplos de buena convivencia, altruismo y empatía con los “diferentes”. Debemos garantizar la igualdad entre hombres y mujeres, extender la co-educación como eje transversal en primaria y secundaria, combatir la homofobia, la transfobia y el racismo, apostar por la escuela inclusiva y enredarse los adolescentes en proyectos comunitarios, servicio civil y aprendizaje-servicio en grupos mixtos, inter-raciales e inter-barrios de una ciudad colaborativa y mestiza.
9. Urbanismo y arquitectura con ojos de niño
La planificación urbana y la arquitectura no tiene ni perspectiva de género ni perspectiva de infancia. La ciudad se ha diseñado contra los niños y hay que recuperar la ciudad de los niños y los barrios educadores y del juego en la calle. El diseño de los espacios públicos (calles, plazas, jardines…) y de la obra pública (escuelas, institutos, centros, centros cívicos, bibliotecas…) deben contar con la participación de los usuarios aportando la visión de los niños y niñas, los jóvenes, las mujeres y las personas mayores, porqué la ciudad tiene que dar respuesta a sus necesidades de movilidad, de juego, de ocio y de estudio. Tenemos que aprender mucho de los países escandinavos, de su arquitectura escolar y de su diseño de interiores para construir espacios funcionales y convivenciales en común, donde los niños y los adolescentes importan.
10. Educar a la sociedad en la justicia inter-generacional
Las nuevas generaciones de niños y niñas y adolescentes no son responsables de las desigualdades generadas por el sistema económico o por el mundo adulto. Sin embargo, pagan las consecuencias de otras generaciones que hacen condicionar su marco futuro de oportunidades. Hay que concienciar y educar al conjunto de la sociedad sobre la trascendencia inter-generacional de las decisiones adultas en ámbitos como el medio ambiente y las desigualdades que dejan en herencia. Niños y adolescentes siempre responderán y actuarán en función del escenario positivo o negativo que los adultos les dejemos como legado. Cada nueva generación que pasa a la inactividad se debe autoexigir haber mejorado la herencia que deja a las nuevas generaciones.
En conclusión…
Nos dice el profesor Xavier Martínez-Celorrio: “si de verdad queremos construir un verdadero sistema de infancia y adolescencia a la altura del de otros países europeos, cabe preguntarse si estamos dispuestos a cambiar inercias del pasado y actitudes colectivas que no han prestado demasiada atención ni prioridad a los ciudadanos de 0-17 años. Se necesitan más recursos, pero no sólo eso. Hace falta también una nueva cultura política de derechos de la infancia, y ésta no se logrará sin un cambio previo en las pre-concepciones y los imaginarios adultos. Para hacerlo posible hay que tener visión, perspectiva y responsabilidad transformadora”.
El decálogo de propuestas y retos de Xavier Martínez-Celorrio nos puede servir como un mapa útil de los nuevos caminos y horizontes que se perfilan en el futuro. Gracias por abrir la perspectiva y exigir un salto cuantitativo y cualitativo de la actual pre-sistema de atención a niños y adolescentes a un sistema de atención moderno y desarrollado.
(Fotografías: FEDAIA)