¿Son razonables los horarios de los niños, niñas y adolescentes?
Tenemos un grave problema de horarios. La actual organización horaria genera muchas dificultades para combinar la vida personal, familiar, profesional y de relación social, así como nefastas conseqüencias en el ámbito de la salud. De hecho, todas las esferas cotidianas están condicionadas por unos horarios malos y los niños, niñas y adolescentes no son ajenos: ellos también sufren unos horarios anómalos y poco saludables.
¿De dónde proviene el problema? En parte, de que en Catalunya y en España, las jornadas laborales se alargan de promedio dos horas más que en el resto de Europa. Mientras en casi toda Europa el horario laboral es de ocho o nueve de la mañana a cinco o seis de la tarde, parando un máximo de una hora para comer a mitad de la jornada, en Catalunya, es habitual pararse dos horas para comer –en el ámbito escolar pueden ser tres-, y que la jornada laboral se alargue hasta las siete o las ocho de la noche o más allá. Esta jornada poco compactada provoca que la cena se haga a partir de las nueve en el mejor de los casos, dificulta el tiempo de atención de niños, niñas y gente mayor, debilita la participación cívica y comunitaria, imposibilita el goce de la cultura y, por supuesto, entorpece el funcionamiento de las organizaciones. Además, la hora punta televisiva se acomoda a estos horarios, hecho que afecta negativamente a las horas de sueño.
La jornada habitual actual dificulta el
tiempo de atención de la infancia y de la gente
grande, empeora la participación cívica y comunitaria,
imposibilita el goce de la cultura
En el ámbito educativo, además, en los últimos años se han introducido cambios que agravan la situación, como por ejemplo la jornada continua en los institutos públicos, que apremia toda la actividad lectiva entre la mañana y el mediodía, situando el horario de la comida más allá de las 14,30h, a menudo a partir de las 15h, un horario totalmente insólito en el contexto europeo. También en el ámbito educativo es habitual que las actividades de ocio se extiendan más allá de las 20h, atrasando la hora de cenar y de ir a dormir.
Con tal de abordar este problema, la Iniciativa para la Reforma Horaria promueve, desde el año 2014, un cambio sistemático en los horarios catalanes, que culmina este mes de junio con la firma del Pacto para la Reforma Horaria, promovido por la Generalitat de Catalunya.
El objetivo final del Pacto es lograr un amplio compromiso para:
- Recuperar las dos horas de desfase horario en relación al resto del mundo.
- Impulsar una nueva cultura del tiempo en las organizaciones a favor de modelos más eficientes y más flexibles para atender las nuevas necesidades sociales.
- Consolidar el factor tiempo como nueva medida de libertad, equidad y bienestar.
¿Cómo tendrían que ser los horarios educativos de la infancia y la adolescencia?
El Pacto para la Reforma Horaria especifica su actuación a través de esos y medidas de aceleración, que se han tratado en diferentes mesas cuadrangulares, una de las cuales ha trabajado específicamente el ámbito de la educación para los menores de 18 años, y en la que hemos participado como miembros del Consejo Asesor para la Reforma Horaria.
La propuesta del Pacto para la Reforma horaria se concreta en dos líneas:
- Acomodación de la jornada escolar, especialmente del tiempo destinado a la comida del mediodía, en la franja horaria más saludable posible.
- Adelanto de los horarios de la actividad extraescolar con el objetivo de respetar el tiempo de convivencia familiar por la tarde, así como el tiempo de descanso.
El Pacto Nacional para la Reforma Horaria propone
acomodar la jornada escolar a la franja horaria más saludable posible
y avanzar las actividades extraescolares para respetar
el tiempo de convivencia familiar por la tarde y el tiempo de descanso.
Esta propuesta parte de los siguientes elementos:
- Interés superior del niño o niña: El compromiso parte de que la configuración de los horarios educativos tiene que preservar y promover en todo momento el interés superior del niño o niña por encima otras consideraciones, un derecho recogido en la Convención Internacional de los Derechos del Niño o Niña de las Naciones Unidas (1989) y la Ley de Derechos y Oportunidades de Niños y Adolescentes de Catalunya (2010).
- Educación en un sentido amplio: La reforma no se puede limitar a los horarios estrictamente lectivos, atendiendo a la gran importancia que están adquiriendo otros tiempos vinculados en la educación, como por ejemplo el tiempo del mediodía o el del ocio educativo. En este sentido se parte del reconocimiento al carácter educativo de estos otros espacios, incluidos en la Ley de Educación de Cataluña (2009). El Pacto comprende el derecho en la educación y al ocio educativo, por lo cual se hace referencia al horario educativo en su globalidad. En la misma línea, también incorpora la importancia del tiempo del mediodía, que acontece un momento clave, y concebido en el Pacto para la Reforma Horaria como tiempo educativo.
- Horarios saludables: Se defiende en todo momento el principio de inclusión, equidad e igualdad de oportunidades y el principio de promoción de la salud respetando los ritmos diarios: tiempo de actividad, de comidas y de descanso (en una franja horaria saludable).
- Autonomía: Se garantiza el principio de autonomía de cada centro a diseñar sus horarios teniendo en cuenta las diferentes especificidades o particularidades (público, privado o concertado; educación primaria o secundaria; diversidad territorial; escuela rural; en torno turístico, etc.), siempre y cuando se respete una franja horaria saludable. La organización de los tiempos educativos tiene que diferenciar los horarios del alumnado, los profesionales y el centro escolar.
- Sincronía con los horarios laborales: Por último, es fundamental lograr la reforma horaria en el tejido productivo para compatibilizar horarios educativos y laborales.
El Pacto, fundamento para un nuevo modelo de horarios educativos
La reforma horaria es una oportunidad para dejar de lado el elegir entre jornada partida y jornada continua, para trabajar en un modelo educativo más equitativo, con mayor calidad, y más rico, diverso y flexible en el espacio y el tiempo. Las experiencias de otros países, con una jornada escolar que concluye a media tarde, con una pausa para comer alrededor de las 12-13 del mediodía, y donde se integran aprendizajes formales y no formales, trabajo conjunto del profesorado y otros agentes socioeducativos, y actividades escolares realizadas dentro y fuera de la escuela, demuestran que es un modelo mucho más adecuado para responder a los retos sociales de hoy y garantizar, a la vez, un mayor bienestar para los niños, niñas y adolescentes.