(Artículo publicado originariamente en catalán en el número 23 de la revista Barcelona Societat)
El artículo sintetiza el avance de resultados de la investigación etnográfica para conocer los impactos subjetivos que las ayudas del Fondo 0-16 tienen en las vidas de los niños y niñas y adolescentes y sus familias. Con la voluntad de complementar las evaluaciones cuantitativas del Fondo realizadas por Ivàlua, se profundiza en la comprensión de las percepciones, usos, valoraciones y vivencias positivas y negativas desde tres perspectivas: la de los mismos niños y niñas, la de los adultos de las familias y la de los profesionales de servicios sociales. Se apuntan cinco ideas preliminares sobre los impactos subjetivos del Fondo 0-16 vinculadas a la mejora del clima familiar y menor tensión relacional; la normalización de los canales, circuitos y experiencias vitales; el empoderamiento de las familias en la gestión de la economía doméstica; las incertidumbres y límites de las ayudas, y la dignidad y el cambio de mirada de la caridad al derecho.
“El que ha sacado esta idea ha sido un genio porque nos ayuda mucho”. Fátima, madre de familia monoparental con cuatro hijos de 18, 12, 6 y 3 años (el más pequeño con diabetes).
Introducción
Este es un avance de la investigación puesta en marcha durante el 2018 desde el Instituto Infancia y Adolescencia de Barcelona (IIAB) en el marco del Observatorio 0-17 BCN: vidas y derechos de la infancia y la adolescencia en la ciudad, programa del Área de Derechos Sociales del Ayuntamiento de Barcelona. Desde el 2015, el Ayuntamiento de Barcelona concede ayudas de urgencia social para familias con niños y niñas de 0 a 16 años en situación de vulnerabilidad para cubrir las necesidades básicas de subsistencia de los niños, niñas y adolescentes. La investigación de carácter cualitativo que estamos desarrollando se centra en recoger los impactos subjetivos en las vidas de los niños, niñas y adolescentes y sus familias de este fondo extraordinario de ayudas (en adelante, Fondo 0-16) y, más concretamente, se proponen tres objetivos:
- Profundizar en una comprensión mejor de los usos, las necesidades, las vivencias positivas o negativas y las posibles resistencias alrededor del Fondo 0-16 en la vida cotidiana de la infancia y la adolescencia que lo perciben, y de sus familias.
- Identificar la percepción de mejora de su bienestar en un sentido material y relacional incorporando las perspectivas propias de los chicos y chicas como informadores imprescindibles, así como de los adultos de sus familias y también del equipo de profesionales del Instituto Municipal de Servicios Sociales (IMSS).
- Formular propuestas de mejoras concretas para orientar la política de rentas con perspectivas de infancia de cara a futuras convocatorias u otras prestaciones sociales a partir de las evidencias generadas sobre los impactos del Fondo 0-16.
Esta evaluación cualitativa con técnicas etnográficas propias de la antropología social y cultural aplicada complementa las que ha hecho hasta ahora Ivàlua con otros enfoques y metodologías. Precisamente, en su último informe se destaca la necesidad de complementar la evaluación con análisis sobre los efectos de la ayuda sobre el consumo y el bienestar de los niños y niñas y, hasta ahora, no se había preguntado directamente a las familias sobre los impactos percibidos ni se habían incorporado datos provenientes de los chicos y chicas. En el trabajo de campo que estamos llevando a cabo nos centramos en los estudios de casos en profundidad e incluye observación, grupos focales con profesionales y entrevistas hechas con diversas técnicas tanto a adultos como a niños, niñas y adolescentes de las familias, a pesar de que podemos compartir este avance de resultados y hacer emerger las voces de profesionales del IMSS y de madres y padres sobre sus percepciones alrededor del Fondo 0-16 y de los impactos en el bienestar de los niños y niñas. Por lo tanto, lo que presentamos aquí no es concluyente y resta pendiente una parte esencial del análisis: relatos de las niñas, los niños y los adolescentes.
1. Sobre la importancia de políticas de rentas para combatir la pobreza infantil: el papel complementario del Ayuntamiento.
Sabemos que las desigualdades sociales crecen y lo hacen especialmente en la etapa vital estratégica de la infancia y la adolescencia. Más allá del baile de cifras en los indicadores que miden la pobreza y la exclusión social de la población infantil y de una ligera tendencia a la reducción en España, Catalunya y Barcelona, sabemos, también, que seguimos situados en la cola de Europa en bienestar infantil y estamos delante un problema social estructural y de primer orden. El empobrecimiento de los niños, niñas y adolescentes es una vulneración de su derecho humano a un nivel de vida adecuado (art. 27 de la Convención sobre los derechos del niño y la niña de la Naciones Unidas), que hipoteca sus trayectorias vitales del futuro (educativas, laborales, en salud…) y que nos aleja de la cohesión social intensificando la transmisión intergeneracional de la pobreza. La creación reciente en el Gobierno español de la figura de un comisionado contra la pobreza infantil es una muestra de la magnitud del problema.
También conocemos las tres principales causas de fondo de la pobreza que afecta la infancia y la adolescencia: la precariedad laboral de sus padres y madres, el coste excesivo de la vivienda (con especial incidencia en la ciudad de Barcelona, donde más del 40% de las familias con niños y niñas gastan más en vivienda del que las Naciones Unidas considera asequible), así como el déficit histórico de inversión pública por niño y de políticas de protección social a sus familias: mientras la UE-28 le dedica el 2,4% de sus PIB, España solo un 1,3% y Cataluña un 0,8%. El conjunto de prestaciones económicas de las administraciones siguen siendo bajas en comparación con el entorno europeo y, a la vez, poco eficaces a la hora de reducir las tasas de pobreza en la ciudadanía de 0 a 17 años (cosa que sí que consiguen entre las personas más grandes de 65 años a través de las pensiones). En la gran mayoría de países europeos (en 21 de los 28) existen prestaciones universales por niño a cargo y con más potencia para reducir la pobreza monetaria.
Desgraciadamente, aquí no hemos llegado a desarrollar políticas de infancia de amplios apoyos públicos, entre otros, con políticas de rentas para asegurar recursos suficientes para las familias con niños para que los niños y niñas puedan crecer y vivir de manera saludable y digna. Seguimos inmersos en un modelo más familiarista y con un imaginario donde domina la idea que para criar a los hijos e hijas las familias hacen, privadamente y buenamente, lo que pueden. Así, el rol y la inversión de las administraciones españolas y catalanas es mucho menor del que sería socialmente deseable y estratégico. Esto es así, a pesar de todas las investigaciones y evidencias de que invertir en la infancia es una inversión primeriza con un alto retorno social y a pesar de todas las recomendaciones sobre la importancia que tiene: desde el Comité de los Derechos del Niño y de la Niña de las Naciones Unidas en sus “Observaciones finales en España” (CR/C/ESP/CO/5-6), hasta la Comisión Europea (“Invertir en infancia: romper el círculo de desigualdades”, 2013/112/UE), pasando por el Síndic de Greuges de Catalunya (informe sobre la pobreza infantil 2012 e informes anuales de situación de los derechos de los niños y niñas) hasta muchas entidades sociales en España y Catalunya (UNICEF, Save the Children, Taula del Tercer Sector, PINCAT, FEDALA…) y el Consejo Municipal de Bienestar Social de Barcelona.
Ante este escenario, ¿las ciudades pueden hacer alguna cosa? De entrada y competencialmente hablando, se podría responder que no, pero Barcelona, a inicios del 2015, activó una medida complementaria de las prestaciones insuficientes de las administraciones superiores que tiene en cuenta el principio del interés superior del niño en la toma de decisiones (y en la asignación de recursos) y reconoce al niño como sujeto de derecho. Así, desde la primera versión del Fondo 0-16, se ha ido mejorado y ajustando su implementación y su cobertura: mientras en la primera versión del inicio del 2015 los niños y niñas beneficiarios eran alrededor de 7.500 (y se hizo una inversión de 9,2 millones de euros), dos años más tarde, llegó a unos 17.500 niños y niñas de la ciudad (con una inversión de 17 millones de euros, sin contabilizar la beca de comedor que le estaba asociada).
2. Sobre el enfoque de la investigación y la perspectiva imprescindible de los niños, niñas y adolescentes.
Las ciencias sociales tienen la capacidad de ofrecer el conocimiento para ajustar e impulsar políticas de mejora a partir de la aproximación a la realidad de las personas implicadas o afectadas. Este es un estudio de casos en profundidad basado en técnicas de investigación cualitativa de la antropología social a partir de una muestra de carácter significativo y heterogéneo. Dejando constancia de las limitaciones del tiempo, se han optado por generar unas relaciones de confianza y respeto entre la persona que entrevista y la que es entrevistada en múltiples encuentros, y dar opción al hecho que aparezca, no solamente lo que la investigación quiere recoger, si no lo que para las personas informantes es importante explicar. Esta investigación defiende una relación no extractivista con los informantes, atendiendo que no los consideramos un “objeto de investigación”, sino un sujeto de relación.
Así mismo, se sustenta en la observación, en la participación total (en este caso, la investigadora es una persona más que pide la ayuda), y las aportaciones de los informantes (los y las profesionales, los adultos de las familias, y los niños, niñas y adolescentes). Territorialmente, el estudio está situado en Ciutat Vella, el distrito que tiene más población receptora del Fondo 0-16 después de Nou Barris. Este distrito se descartó porque forma parte del piloto de la implementación de la renta B-MINCOME y se consideró que podría suponer una interferencia en la captación de datos.
La entrada al campo la facilitó el IMSS a través de los centros de servicios sociales de Ciutat Vella. El equipo de profesionales de servicios sociales invitó 10 familias a participar en el estudio, y a partir de aquí se preguntó a los padres o madres que lo aceptaron si sus hijos e hijas mayores de 6 años querrían participar en la investigación y decir su opinión. La elección de las familias se llevó a cabo en función de la composición del hogar, el nombre de hijos, la nacionalidad de los niños y niñas y la duración de la percepción del fondo, con la voluntad de recoger un cierto equilibrio en las edades (de 0 a 11 y de 12 a 16), y sexo de los niños y niñas. Está previsto que participen entre 10 y 20 niños y niñas y adolescentes; 10 adultos de las familias (3 que recibirán la ayuda en 2018 por primera vez y 7 que ya lo recibían), y una docena de profesionales del IMSS (educadores o educadoras y trabajadores o trabajadoras sociales).
Estos diversos informantes nos aportan un segundo nivel de información partiendo de sus relaciones directas, y un tercer nivel de información relacionado con lo que dicen de su entorno social o profesional. En sus declaraciones explican lo que sucede en otras familias de su entorno en situación similar: “Todas las madres del colegio que tenemos la tarjeta estamos igual”. O, por el contrario, resaltan algunas anomalías puntuales, respecto al uso del Fondo 0-16, que detectan en su barrio.
Por cada colectivo de la muestra hemos escogido una técnica de investigación adaptada a sus condiciones. Hemos hecho un grupo focal (focus group) con profesionales del IMSS, y con los padres y las madres hacemos entrevistas individuales. El acercamiento a los niños y niñas tiene una técnica específica, tanto de observación como de entrevista, y depende de la edad que tengan. La triangulación de las técnicas y la diversidad de población de la muestra está pensada para llegar a la información de manera rigurosa, dando espacio de acción y decisión a cada informante.
3. Cinco ideas preliminares sobre impactos subjetivos del Fondo 0-16 en los niños, niñas y adolescentes y sus familias: las voces de los adultos de la vivienda y las voces del equipo de profesionales.
Como resultado preliminar en este estadio del trabajo de campo, podemos presentar siete ideas destacadas que han surgido de la pluralidad de las voces de los adultos de las familias y del equipo de profesionales, y de algunos testimonios significativos.
3.1. El clima familiar: crecer en un entorno con menos tensión.
Son muchas las casuísticas económicas, sociales y personales que llevan las personas a situaciones de vulnerabilidad y circuitos de precariedad que, a menudo, abocan a malestares e inestabilidad emocional, angustia y baja autoestima. En estas circunstancias, la vivencia de oportunidad que puede suponer el fondo es un elemento percibido como valioso.
“El fondo ha sido como un golpe de aire fresco en mi vida”. Aina, madre de Lila (9 años).
El Fondo 0-16 cumple un papel al reducir el estrés que supone asegurar la subsistencia y la provisión de bienes de primera necesidad, y sus efectos en el clima familiar son claramente percibidos en el alivio anímico de los adultos de casa, que repercuten directamente en el bienestar emocional del niño y lo favorece. Los padres y madres entrevistados verbalizan un impacto muy positivo del Fondo 0-16 en sus vidas y en la de sus hijos, habiendo menos tensión en la atmósfera familiar porque el importe ayuda a afrontar las dificultades para cubrir las necesidades de vivienda, de alimentación, escolares y de ocio, que son más por el hecho de criar a los niños y niñas:
“Cobro 300€ de paro, pero pago 500€ de alquiler; pero no es solo el alquiler, es la luz, el agua, la niña, el casal, la comida. Porque comida por 300€ con un niño no te los quita nadie. Tú solo, mira, tiras de arroz…”
Aina, madre de Lila (9 años)
Todas las personas informantes están de acuerdo que la llegada del fondo supone tranquilidad, y que es una ayuda clave para la complementariedad y mejor gestión de otras ayudas. Afirman que están menos estresadas, menos agresivas, y se explicita un bienestar emocional. La reducción de la carga familiar permite poner foco a otras necesidades de los hijos e hijas, que no sean tan solo económicas, sino también emocionales.
3.2. Hacia la normalización de las experiencias vitales y de los circuitos
Un primer elemento de normalización especialmente destacado y positivo por parte de todos los adultos informantes, es el otorgamiento automático de la beca comedor del 100% que permite, por lo tanto, cubrir este servicio los cinco días a la semana durante todo el curso escolar. Como manifiestan los y las profesionales, no únicamente es alimentación y nutrición equilibrada, sino un espacio de socialización, de protección y “normalizador”. Algunos adultos de las familias aseguran que si únicamente quedase el otorgamiento sistemático de la beca comedor, el Fondo 0-16 ya tendría sentido, porque asegura esta necesidad central en la crianza. Además, se aprecia mucho la liberación de la gestión administrativa y la facilidad en la tramitación de los papeles necesarios para recibir las ayudas y la beca.
Por otro lado, un buen uso del Fondo 0-16 evita que se haya de tramitar una ayuda puntual para el material, las actividades y las salidas extraescolares, y evita el riesgo que queden excluidos y discriminados respecto al resto de compañeros y compañeras. El conjunto de profesionales afirman que hacen una tarea de concienciación de las familias, e insisten que esta ayuda tiene que ir dirigida a este gasto. Una cuestión muy relevante es que, ya sea por las orientaciones profesionales, ya sea por iniciativa propia de las familias, se prioriza la inversión en el gasto de la escuela.
“Yo a mis hijos les digo que escriban la carta a los reyes. En mi casa los reyes este año vienen en agosto. Lo que solemos hacer es comprarles lo que necesitaban, pero también les dejamos que elijan algo que les guste, porque así también se sienten más niños. Cuando llega vamos todos juntos a comprar [ríe]. Es una fiesta [ríe]”.
Adam, padre de Artur (14 años y con autismo), Adrián (12), Alba (8), Asier y Anita (2).
Más allá de la escuela, los padres y madres expresan preocupación por el riesgo que los hijos y las hijas caigan fácilmente en circuitos y entornos de marginación y drogodependencia. En este sentido, informan de estrategias de reducción de riesgos cuidando el entorno social y buscando ambientes de seguridad y actividades deportivas o musicales de ocupación creativa y positiva de su tiempo libre. A pesar de que el fondo no cubre directamente estas actividades, y que muchas son gratis o becadas, también incide porque cumple un papel importante en la estabilidad material y emocional de los hogares, por lo que respecta a su capacidad de normalización: los adultos destacan que la ayuda permite a sus hijos e hijas ir con la ropa y el material adecuados y necesarios para hacer las actividades, y eso es especialmente relevante porque la niña y el niño se sientan en igualdad de condiciones.
“Tengo la nevera llena, y cubierto el comedor del colegio. Mis hijos se sienten como los demás.”
Mónica, madre de Kim (14), Kira (8) y Karim (6).
Otro aspecto importante en la normalización son los cambios en los circuitos para acceder a los productos necesarios para la familia y pasar de la donación al consumo en canales normalizados y normalizadores. Se trata de reducir o salir de los circuitos puramente de caridad o de asistencia social, ya que informan que el Fondo 0-16 permite dejar de ir a la iglesia a recoger comida del banco de alimentos o suspender derivaciones a la tienda de ropa de segunda mano de Caritas.
“Para mí lo que es básico es que me permitió haber de dejar de ir cada quince días a la iglesia a pedir comida, porque yo iba cada quince días a la iglesia a pedir comida! Fui durante dos años ¿Tú sabes lo que es ir con el carro a hacer cola? Tenías que ir dos horas antes porque había hileras de carros, y a veces iba con la niña, que no puedes evitarlo… ¡Esto para mí fue…, puf, lo más!”
Aina, madre de Lila (9 años).
3.3. El empoderamiento de las familias; más capacidad en la gestión de la economía doméstica.
Un aspecto que cabe destacar es la capacidad de planificación y de estrategia de cara a la gestión de “la tarjeta”, como la llaman. Los datos apuntan que las familias tienen clara su estrategia económica, y que el Fondo 0-16 es una pieza clave para poder culminarla. Así también lo comunican los y las profesionales, cuando afirman que el Fondo 0-16 empodera las familias en sus tareas de gestión y toma de decisiones con autonomía sobre su consumo, a pesar de la economía familiar precaria.
“Hago una gran compra de comida, congelo carne, congelo pescado, sabes, todo. Vale, ya tengo esto cubierto. El otro mes solo tendré que comprar fruta, verdura y entonces gastaré menos en comida. Me lo gasto en calzado y gafas. Vale. En lugar de gastarme 200, el mes que viene gasto 125 y los otros me los guardo para el septiembre pagar la matrícula ¿Sabes que quiero decir? Yo me lo voy administrando y voy guardando.”
Tanit, madre de Zoe (9 años)
En este mismo sentido, el equipo de profesionales de servicios sociales lo valoran como una oportunidad de responsabilizarse en la autogestión doméstica y a partir del reconocimiento de sus capacidades en las tareas de gestión de la economía familiar mirando por sus hijos e hijas. Tanto familias como profesionales están de acuerdo que el Fondo 0-16 permite suspender las ayudas económicas puntuales y periódicas menores y los trámites uno a uno que suponían, no solo simplificando los trámites, sino también favoreciendo más posibilidades de planificación económica.
A pesar de eso, si bien algunos profesionales defienden esta importancia de libertad total en la autogestión sin interferir, confiar y no juzgar los criterios de las familias en la administración de la ayuda, otros cuestionan el hecho que percibir una ayuda del Fondo 0-16 no esté condicionado a un plan de trabajo con la familia porque consideran que eso dificulta trabajar objetivos que podrían tener un impacto en la vida de los niños, niñas y adolescentes, y que en algunos casos, también se podría trabajar para mejorar la gestión de sus ingresos económicos. En cualquier caso, por lo que hace a posibles usos indebidos, teniendo en cuenta la escasa fiscalización, los informantes explican que conocen casos que son la excepción.
“Conozco a gente que no lo usa bien, pero no es lo normal. Lo normal es lo mío, lo que hacemos todas, comprar comida, ropa y la escuela”.
Sandra, madre de Ben (12), Sara (9) y Pablo (6)
Por otro lado, todos los padres y madres entrevistados explicitan la voluntad de mejorar las condiciones de vida de la familia y el deseo de sacar adelante los hijos e hijas.
“Media jornada cobramos muy poco e igualmente estoy en el pozo. Igualmente tengo que pedir la ayuda del alquiler. Igualmente tengo que pedir ayudas constantemente. Yo pensé, ‘tengo que hacer algo para poder salir de aquí’, porque yo no quiero estar siete años cobrando esto, pidiendo ayudas, no quiero, no quiero. No puedo más de esto. Sabes, yo quiero progresar, yo quiero salir adelante, ¿sabes?”
Tanit, madre de Zoe (9 años)
3.4. Incertezas y límites alrededor de la convocatoria del Fondo 0-16
Una cuestión que emerge es que el fondo beneficie todos los miembros del núcleo familiar y no solamente los niños, niñas y adolescentes. Para algunos profesionales es cuestionable que, a pesar que los destinatarios de la ayuda sean los más pequeños, no haya capacidad de limitarlo; mientras que, por su lado, los padres y madres piensan que si la familia está bien, no hace falta que sean exclusivamente para los hijos e hijas, que las necesidades también son diferentes según las edades, pero que, finalmente, se trata de una economía compartida del hogar.
“Si en casa estamos bien, el niño está bien, y tú ya sabes que necesita cada uno, y no me pide lo mismo la de 8 que el de 14”.
Mónica, madre de Kim (14), Kira (8) y Karim (6)
Tanto los profesionales como las familias viven con incerteza el calendario y el período de convocatoria y de otorgamiento. Los padres y madres expresan la ansiedad, ya que no les permite organizarse con tiempo y los obliga a “ir al día” y encontrar alternativas a sus necesidades o urgencias. Delante la temporalidad limitada y la falta de continuidad surge la propuesta de cubrir doce meses y que se pueda pedir durante el año. Los tempos administrativos impactan en la economía doméstica y normalmente se espera la llegada del fondo para poder hacer todas las compras de cara al curso escolar.
Por otro lado, pero, tanto desde la observación, como desde la participación total y de las entrevistas, se pone en evidencia la facilidad en la transmisión de la ayuda, y la implicación del conjunto de profesionales a hacerlo accesible y fácil.
Finalmente, los padres y madres ponen sobre la mesa propuestas de mejora respecto a ciertos criterios de acceso al Fondo 0-16, como por ejemplo que se amplíe hasta los 18 años y por cuestiones de salud o necesidad de medicación de los niños y niñas con necesidades específicas, no cubiertas por la cartera de salud.
“De los 16 a los 18 años es cuando más gastos tiene un niño, sobre todo si va a bachillerato”.
Fátima, madre de familia monoparental con cuatro hijos de 18, 12, 6 y 3 años (el más pequeño con diabetes).
3.5. La ayuda y la dignidad: cambio de mirada de la caridad al derecho
Si algunos profesionales verbalizan sus dudas respecto a esto, son muchos los que piensan que el Fondo 0-16 es un paso para convertir la mirada más caritativa y asistencialista de las ayudas puntuales y dispersas (para gafas, para material escolar, etcétera) en un derecho a recibir soportes económicos cuando los ingresos en el hogar son insuficientes para que los niños, niñas y adolescentes de la familia tengan aseguradas las necesidades principales. Las familias entrevistadas también han incorporado este discurso que emerge en sus narrativas.
“Yo no he llegado al fondo, el fondo llegó a mí. Fue mi asistenta social la que me puso. Hay unas listas de personas en riesgo, y me llega la carta directa a casa”.
Aina, madre de Lila (9 años)
Así mismo, aparte del relato, también es relevante destacar que la observación etnográfica nos acerca a detalles significativos que no podemos captar en la expresión verbal: cuando los encuentros son en las casas, estas aparecen limpias y ordenadas y la presentación personal de las madres y los padres entrevistados es cuidada, limpia y con una ropa que está cuidadosamente escogida, no tanto para impresionar quien entrevista como para aparecer de la manera “más normal posible”. La dignificación personal, de su entorno y su relato contradicen el imaginario social de sus expectativas, de lo que sería “esperable” y se sitúan lejos de una performativización de la pobreza.
En la continuidad de la investigación constataremos y profundizaremos en el análisis y la comprensión de los diversos impactos subjetivos del Fondo 0-16, incorporando las voces imprescindibles de los niños, niñas y adolescentes. Muy probablemente reforzaremos algunas de las ideas presentadas aquí, matizaremos otras y aparecerán de nuevas. Lo más seguro es que volvamos a encontrar lo que, hasta ahora, emerge claramente del trabajo de campo: la dignidad.
Bibliografía
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INSTITUTO INFANCIA Y ADOLESCENCIA DE BARCELONA. “Las condiciones de vida de las familias con niños, niñas y adolescentes atendidas por los Servicios Sociales de Barcelona con problemáticas de extrema complejidad”. Retrato a partir de la Encuesta de condiciones de vida de las personas usuarias de los centros de servicios sociales del 2016. 2018 (informe en catalán).
INSTITUTO DE ESTUDIOS REGIONALES y METROPOLITANOS DE BARCELONA (IERMB) Pobreza infantil en la ciudad de Barcelona 2018. Pendiente de publicación en el Observatorio 0-17 BCN. SÍNDICO DE AGRAVIOS. Informe sobre la pobreza infantil en Cataluña. 2012 (informe en catalán).