La integración social del alumnado recién llegado requiere de un marco real de contacto intercultural y es en los institutos donde adolescentes autóctonos y extranjeros encuentran espacios de convivencia. Ahora bien, incluso en los centros escolares más heterogéneos se observan dinámicas de exclusión social y es que la conformación de los centros educativos donde conviven perfiles de alumnos diferenciados es un requisito indispensable pero no suficiente para una sociedad más cohesionada. Hace falta, además, asegurar que la heterogeneidad de los centros se traslada a las redes relacionales más cercanas, es decir, al conjunto de iguales en que se agrupan los chicos y chicas, especialmente en el caso del alumnado extranjero.
Este post sintetiza la presentación hecha en el XII Congreso de la Federación Española de Sociología en Gijón el 1 de julio y se enmarca en mi tesis doctoral. Se quiere dar cuenta de las dinámicas relacionales que tienen lugar a los institutos de educación secundaria y que generan procesos de integración o exclusión social, analizando el impacto de las estructuras organizativas de los centros educativos sobre el nivel de interculturalidad de las redes relacionales del alumnado extranjero. En este post abordamos, en concreto, cómo la organización del aula ordinaria impacta sobre la conformación de unas redes relacionales más o menos interculturales.
Con una muestra de 664 alumnos escolarizados en los grupos-clase de 4º de ESO de ocho institutos del área metropolitana de Barcelona, los resultados del análisis ponen de manifiesto el impacto de la organización de los grupos-clase ordinarios sobre la cohesión relacional en los institutos. Los grupos-clase han sido analizados en función de tres variables: ratio o número de alumnos, porcentaje de alumnado extranjero y nivel de aprendizaje (es decir, si el grupo es heterogéneo en cuanto a los ritmos de aprendizaje o, por el contrario, es identificado como grupo de rendimiento avanzado o grupo de refuerzo)
Algunas de las principales conclusiones son:
- Existencia de una mayor cohesión siempre dentro del grupo-clase de referencia, de forma que podemos afirmar que las amistades se establecen principalmente dentro de los límites del aula.
- Se observa un mayor cierre relacional y cierta separación respecto del resto de grupos-clase del instituto por parte del alumnado que pertenece a los grupos de aprendizaje homogéneo, es decir, por parte de los alumnos que pertenecen a los grupos de rendimiento avanzado o a los grupos de refuerzo, mientras que el alumnado de los grupos heterogéneos mantiene vínculos de amistad con alumnos fuera de su grupo con mayor frecuencia.
- El incremento del número de alumnos del aula y del porcentaje de alumnado extranjero en ella supone la reducción de la cohesión relacional dentro del grupo.
- El grado de contacto con alumnado autóctono por parte del alumnado extranjero se ve altamente influido por el porcentaje de extranjeros que hay en el aula y el número total de alumnos del grupo, pero no por la adscripción a un grupo de nivel heterogéneo, grupo de refuerzo o grupo avanzado.
A pesar de no tener efecto estadístico sobre el nivel de interculturalidad de las amistades del alumnado extranjero, como muestra la siguiente imagen, las fronteras entre grupos-clase de nivel son extremadamente claras, produciendo importantes fracturas relacionales que afectan tanto a autóctonos como extranjeros. Así, el alumnado extranjero de la derecha de la red (triángulos) se encuentran separados del resto de alumnos y, a la vez, presentan una fractura interior entre aquellos que asisten a los grupos avanzados (rojo y amarillo) y aquellos otros que pertenecen a grupos de refuerzo (azules).
Podemos incidir mejorando las redes relacionales?
El debate no explícito que daba origen esta tesis gira en torno a la existencia (o no) de cierta capacidad por parte de los responsables de los centros educativos (y, por extensión, los responsables públicos) para impulsar un mayor contacto entre la población autóctona y extranjera.
Las redes relacionales de los centros educativos muestran, en todos los casos, una mayor proximidad relacional entre el alumnado que comparte un mismo origen o el hecho de haber pasado por un proceso migratorio, de forma que es innegable el papel que juega la procedencia en la conformación de los grupos de amistad. Ahora bien, dicho esto, estas mismas redes ponen de manifiesto que el grado de repliegue relacional varía en función de diversas variables, sobre las que es posible intervenir en algunos casos y, por lo tanto, modificar.
En este sentido es posible afirmar que sí que hay margen de acción por parte de los responsables educativos. Son varios -y a veces contrapuestos- los intereses que los equipos docentes tienen que gestionar en el día a día, lo que dificulta la atención a las diferentes (múltiples y variadas) necesidades que afloran en el marco escolar. Sin embargo, la previsión de los impactos que las decisiones organizativas tienen a nivel relacional podría reducir la necesidad de intervención posterior. Este es un punto de especial relevancia para la práctica política.