(Article publicat originàriament al Periódico) “Hacia un nuevo equilibrio de tiempo” es el lema de la Time Use Week 2023, que tiene lugar esta semana en Barcelona. Lejos de pensar que este es solo un deseo adulto, hay que ser conscientes que los niños y las niñas no están exentos del debate social sobre la conciliación de los tiempos. Así nos lo han hecho saber a través de ‘l’Agenda dels infants’, que se hará pública en noviembre, y que recoge demandas, propuestas e ideas de los niños de Barcelona para mejorar su bienestar. Es el resultado de haber preguntado “¿cómo estáis y qáe podemos hacer para que estéis mejor?” a 5.000 niños y niñas de entre 8 y 11 años de la ciudad, en el marco del programa ‘Parlen els nens i les nenes’. Y una de las demandas es, justamente, “tener más tiempo para jugar y hacer las cosas que nos gustan”.
De hecho, de entre los ámbitos valorados por parte de los niños en 2017 y en 2021, el que sale peor es la cantidad de tiempo libre que tienen. Y no es una cuestión menor, al contrario. La investigación nos muestra que, entre los aspectos y experiencias que más contribuyen a que los niños se sientan mejor con su vida en general, hay: estar satisfechos con la familia compartiendo tiempo de calidad, pasar tiempo de calidad con los amigos y amigas, y hacer cosas al aire libre y en contacto con la naturaleza.
A pesar de que muchos niños tienden a pedir menos tiempo de escuela y más vacaciones, hay que actuar desde la responsabilidad de proveer a todos los niños con las máximas oportunidades educativas para no generar tiempos empobrecidos o, en el peor de los casos, tiempos secuestrados por las pantallas. No hay soluciones mágicas ante una problemática compleja, y las políticas más efectivas son aquellas que incorporan diferentes necesidades, desde una mirada integral, para avanzar hacia la mejor alternativa posible. Las vías de solución, en este caso, pasan por dos grandes ámbitos: acciones que favorezcan el tiempo de calidad en familia y acciones que faciliten el tiempo de calidad de los niños entre iguales, sin la necesidad de estar presente la familia.
Por un lado, para favorecer el tiempo en familia hay que humanizar el ámbito laboral y facilitar que las personas adultas tengan unos horarios más racionales, que les permitan compatibilizar la profesión con la vida cotidiana. No solo para las mujeres, sino para todo el mundo. Por otro lado, hay que concebir la escuela no solo desde su rol de educación reglada: tenemos que ensanchar la mirada y entenderla como una equipación de barrio, que juega un papel fundamental para facilitar tiempos enriquecidos y seguros para la infancia. La escuela tiene que emerger como “casa de los niños” donde haya todo tipo de servicios pensados desde su perspectiva (con diferentes perfiles profesionales), más allá de los tiempos lectivos (tardes, vacaciones escolares, fines de semana) y desde una vertiente no solo de aprendizaje, sino también de socialización y cuidado.
Hay todo un abanico de servicios que puede ofrecer la escuela si la concebimos como equipación abierta en el barrio y conectada con el entorno: espacio seguro de juego al aire libre entre iguales, acogida matinal, servicio de comedor saludable y asequible, actividades extraescolares diversas y de calidad para todos los niños, excursiones a la naturaleza, colaboración y conexión con equipaciones del barrio y entidades que ofrecen ‘casals’ y ‘esplais’ (no todo tiene que pasar en la escuela), biblioteca y patio abiertos al barrio, espacio de encuentro entre familias, actividades formativas para padres y/o madres, habilidades parentales para la crianza, red de intercambio entre familias, etc.
Las desigualdades sociales impactan en la calidad de los tiempos, por eso la escuela juega un rol imprescindible como igualadora de oportunidades fuera del tiempo lectivo, donde cualquier niño que lo necesite pueda desarrollar las actividades que le gusta hacer en su tiempo libre. A la vez, hay que humanizar el tiempo de trabajo y tener en cuenta las necesidades de conciliación laboral y personal de los padres y las madres. Necesitamos socializar, desde las instituciones públicas, las desigualdades y los cuidados para avanzar hacia un nuevo equilibrio de tiempo más satisfactorio para todo el mundo, mayores y pequeños.