“A mi me llaman ‘marimacho’ porqué me gustan el waterpolo y el fútbol”

08/03/2025 Laia Curcoll

(Articulo publicado originariamente en el Criatures del Diari Ara) Las desigualdades de género afloran muy pronto. Los niños y niñas ya son conscientes de ello a los 10 y 11 años y tienen algunas cosas que decir al respecto: entre sus propuestas está el fin de las violencias y las discriminaciones (especialmente el machismo y el racismo), la igualdad entre las personas (incluida entre los niños y las niñas y, también, en la escuela) y acabar con la presión estética. Así lo piden a la Agenda dels Infants, un documento elaborado a partir de consultar a más de 5.000 niños y niñas de Barcelona, que recoge las 11 demandas, 30 propuestas y más de 100 ideas de la infancia de la ciudad para mejorar su bienestar.

 

¿Qué proponen los niños y niñas para proponer fin a esas discriminaciones y desigualdades?

Por un lado, proponen que exista un control sobre las imágenes que les llegan para que sean fotos reales que no estén retocadas y que representen todos los tipos de cuerpos (delgados, grasos, con discapacidad, etc.), también piden que los anuncios representen la diversidad y que no les llegue siempre el modelo de chica delgada y de chico fuerte. Mireia, que tiene 11 años y vive en Gràcia, se queja porque percibe que la sociedad marca que “las chicas deben ser delgadas y perfectas y los chicos deben ser fuertes y altos”. Además, piden que las tiendas de ropa y juguetes no tengan secciones diferenciadas por niños y niñas. Sara, que también tiene 11 años y es de Gràcia, lo explica enfadada: “a mí me ha pasado que he ido a una tienda, no he encontrado nada de ropa de niñas y me he cogido ropa de niño, y que la chica de la tienda me diga «uy, te has equivocado, esto es para niños»”.

Estas expresiones y experiencias son una muestra de cómo las niñas y chicas están más presionadas por la estética. De hecho, según la Encuesta de Bienestar Subjetivo de la Infancia en Barcelona, la satisfacción con el propio cuerpo es uno de los ámbitos en el que existe un diferencial mayor entre niños y niñas: el 15,1% de niñas entre 10 y 11 años están poco o nada satisfechas con su cuerpo, mientras que los niños que lo están poco o  nada son el m,4% (es decir, menos de la mitad).

Por otro lado, piden “que todo el mundo pueda vestirse como quiera y pueda jugar a lo que quiera en el patio de la escuela”, sin importar si son niños o niñas. “A mí me llaman marimacho porque me gustan el waterpolo y el fútbol” lamenta Nerea, de 11 años, de Sants-Montjuïc. Esta tipificación de las actividades según el género no sólo afecta a las niñas, también a los niños: “Yo a tercero me sentía un poco solo porque no me gustaba ni el fútbol ni el pilla-pilla” explica Marc, también de Sants-Montjuïc.

Y es que si miramos los datos disponibles sobre las actividades extraescolares vemos que existe un sesgo de género importante. En primer lugar porque hay más niños que hacen extraescolares deportivas que niñas (a diferencia de lo que ocurre con las extraescolares culturales y artísticas) y en segundo lugar porque, según los deportes que practican, se observan patrones de género muy diferenciados: hay unos deportes claramente masculinizados (como el fútbol que no es el único que está masculinizado, pero sí el más extremo) y el patinaje, donde la gran mayoría que lo practican son niñas-chicas).

 

¿Y qué ocurre mientras no ponemos fin a estas desigualdades y discriminaciones?

Terminar con estas diferencias y discriminaciones no es sólo una cuestión de derechos y de igualdad sino también una vía imprescindible para garantizar un mejor bienestar para todos los niños y niñas, chicas y chicos.

Y es que incluso en una cuestión tan troncal como la satisfacción general con la propia vida encontramos desigualdades de género en la infancia que se acentúan durante la adolescencia. Las niñas están menos satisfechas que los niños con su vida en general: entre la infancia que está poco o nada satisfecha con su vida hay casi el doble de niñas que de niños (12,9% y 7,4% respectivamente). Esta diferencia se amplía a la adolescencia, una etapa en la que las chicas sufren fuerte la discriminación por razón de género: un 40% de chicas adolescentes sienten que han sido discriminadas por el hecho de ser chicas, según la Agencia de Salud Pública de Barcelona. Es la segunda causa más frecuente de discriminación (tras la discriminación por el aspecto físico que sufren más del 50% de chicas). Además, tanto una como otra se han disparado en los últimos años.

Así pues, no sólo se trata de garantizar derechos, se trata también de garantizar bienestar desde etapas tempranas. Y garantizar este bienestar es la mejor prevención de una buena salud mental, un ámbito en el que las niñas y chicas también salen peor paradas que sus compañeros masculinos: manifiestan más sentimientos de soledad no deseada, tienen más malestar emocional y más riesgo de mala salud mental.